Educo da respuesta a la crisis de los Rohingyas

diciembre 12, 2017

Desde finales del mes de agosto, más de 645.000 refugiados rohingyas han huido de Myanmar y han cruzado la frontera para llegar a los campos de refugiados de Bangladesh. Más de la mitad son niños y niñas. Ellos, los más pequeños y vulnerables, se han convertido en las principales víctimas de esta crisis humanitaria. Además de tener que abandonar sus hogares y de sufrir gravísimas carencias, muchos de ellos han dejado a sus familias en Myanmar o, incluso, han perdido a sus padres y madres a causa de la violencia. Para llegar a Bangladesh algunos han viajado solos, sorteando innumerables peligros, caminando durante días a través de las montañas o arriesgando su vida en el viaje.
 
Ante esta realidad, Educo ha decidido actuar en la zona como miembro de la alianza ChildFund Alliance y en colaboración con Action Aid, para proveer a 2.500 familias de comida, agua potable, material para la higiene personal y espacios limpios donde asearse. Además, a las mujeres, niños y niñas se les proporciona un entorno seguro donde se les brinda apoyo psicosocial, en el que pueden sentirse a salvo de la violencia, el abuso y la explotación.
 
“La vulneración de derechos humanos en la infancia es uno de los principales problemas de esta crisis. Las cuestiones más urgentes que deben abordarse con la infancia son la angustia psicosocial, la separación de los más pequeños de sus familias, los hogares encabezados por niños y niñas, la violencia basada en el género (como el riesgo de violación, agresión sexual y matrimonio infantil), así como la posibilidad de ser víctimas del trabajo y tráfico infantil”, explica Yukiko Yamada, codirectora de Programas de Educo. “Los servicios de apoyo psicosocial y cuidado son cruciales para ayudar a niñas y niños a sobrellevar los traumas y comenzar a recuperarse”.Mujeres, niños y personas mayores llegan a los campos muy traumatizados. Es el caso de Taslima, de 10 años, que explica que cuando llegó a Bangladesh “solo tenía la ropa que llevaba encima, ni siquiera unas sandalias. Ahora tengo unas. Y también jabón y ropa para cambiarme”. Ella y sus hermanas, acompañadas de su tío, tuvieron que escapar de Bangladesh para salvar su vida”.  “No tengo padres”, dice Taslima, “porque mi madre murió enferma y a mi padre le dispararon. Lo mataron delante de mí”.

Amina llegó al campo de refugiados en avanzado estado de gestación. Está muy agradecida por el apoyo que ha recibido, pero sufre por sus hijos, ya que los niños, niñas y adolescentes están más expuestos a la explotación y al abuso.
 
“Por las noches tengo miedo”, asegura Amina. “Tengo hijas muy guapas y me preocupa que les pueda pasar algo malo. Solo salen de casa de día”. Amina también explica que tiene miedo de ir a los baños “pero aun así voy y me llevo a mis hijos conmigo”.
 
Por todo ello que el trabajo de las ONG como Educo en la zona es imprescindible y debe continuar, puesto que sin el apoyo de las organizaciones humanitarias, la vida de miles de personas está en riesgo, especialmente, la de los niños y niñas.

Foto: Amina y sus hijos, Action Aid
 
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