El 25 de agosto es el
aniversario de la violenta ofensiva militar en Myanmar que
obligó a cientos de miles de familias de la etnia rohinyá a abandonar sus hogares. Para
Ashika, una refugiada de
trece años que vive en el
campamento de Cox´s Bazar en Bangladesh, la efeméride es un recordatorio de décadas de violencia y de vulneración de los derechos y libertades más básicos.
Huyeron a Bangladesh "para salvar su vida"
Ashika, sus padres y sus seis hermanos
huyeron a Bangladesh después de que los soldados destruyeran el pueblo donde vivían. Consiguieron cruzar la frontera cuando ya se habían quedado sin agua y sin comida. La madre de Ashika explica que
huyeron “para salvar su vida”.
Lamentablemente, muchos se quedaron atrás. Según las estimaciones más conservadoras,
unos 10.000 rohinyás fueron asesinados. Los soldados quemaron aldeas enteras y destruyeron todo lo que encontraron a su paso.
Sin embargo, ahora
se enfrentan a un nuevo peligro y vuelven a estar asustados. Como señala la madre de Ashika, “conseguimos un pequeño refugio, nuestro hogar, pero ahora nos enfrentamos a un nuevo peligro,
el coronavirus, y es aterrador”. La familia
sobrevive a base de arroz y legumbres: “Nos cuesta mucho ganar dinero y comprar comida para nuestros hijos”.
El asentamiento de refugiados donde vive Ashika ha crecido hasta convertirse en el más grande de su tipo en el mundo. De hecho, antes de la llegada de la pandemia los servicios y la infraestructura del campamento ya se encontraban al
límite de sus posibilidades.
Ashika recuerda su vida en Myanmar con nostalgia. "Podía moverme libremente, aquí no puedo. Nuestra casa estaba situada en una llanura y era muy espaciosa”, explica: “En cambio, aquí nuestro hogar es diminuto y estamos rodeados de colinas. Resulta dificil ir de un sitio a otro. Antes de la pandemia, iba a la escuela y jugaba con mis amigos, ahora ya no. Esta situación hace que me sienta mal”.
El Club de Adolescentes de Educo
Ashika aprendió, entre otras cosas, a lavarse correctamente las manos en el
Club de Adolescentes de Educo. Cree que los consejos que recibió la han ayudado a
protegerse de la COVID-19: “Educo me ha enseñado cómo debo limpiarme las manos y otras medidas de higiene. Ha sido de gran utilidad”.
Gracias a los consejos que recibió Ashika en el Club de Adolescentes de Educo, su padre entendió que era muy importante invertir en
mascarillas para protegerse del virus, aunque fuera un esfuerzo para su familia. “¿Qué podía hacer?
Te pueden salvar la vida”, explica.
A pesar de las dificultades, Ashika no renuncia a sus sueños y espera seguir estudiando para algún día convertirse en profesora.