La tecnología ya forma parte del día a día de la infancia, también a través de los juguetes. Robots que hablan, muñecas que escuchan, mascotas que responden al tacto. La pregunta es clara: ¿favorecen el desarrollo o solo entretienen? En Educo insistimos en algo fundamental: la educación transformadora empieza en el juego. Por eso conviene entender qué aportan —y qué riesgos esconden— los juguetes inteligentes.
El juego es el mecanismo evolutivo que impulsa el aprendizaje. Es libre, creativo y espontáneo. Los juguetes que realmente apoyan ese proceso activan al niño mental, física, emocional y socialmente. Sin embargo, los juguetes inteligentes funcionan de forma muy distinta.
Desde el Tamagotchi de 1996 hasta los dispositivos actuales con sensores, cámaras y conexión a Internet, la industria ha dado un salto enorme. Hoy existen muñecas que escuchan, robots que conversan o construcciones que se conectan con apps móviles. Muchos fabricantes aseguran que estos juguetes mejoran habilidades cognitivas y sociales, pero la investigación disponible es escasa. Los beneficios no están claros, y las dudas de las familias sí.
Uno de los principales problemas es la falta de final abierto. A diferencia de un juego de construcción, una caja de disfraces o un simple cartón, en los juguetes inteligentes el camino suele venir marcado. El niño pulsa, observa y escucha. Tiene menos margen para inventar.
Además, su carácter digital puede fomentar un uso pasivo, muy parecido al de una tableta. La tecnología actúa y el niño responde, en lugar de crear.
Aquí llega la alerta más importante. Muchos juguetes inteligentes incluyen micrófonos, cámaras, almacenamiento interno o conexión inalámbrica. Esto los convierte en dispositivos capaces de recopilar datos sin que los adultos lo perciban. En 2017, Alemania prohibió la muñeca My Friend Cayla por transmitir información personal de niños y adultos. No es un caso aislado.
En nuestra ONG Educo protegemos los derechos de la infancia desde hace más de 30 años, por eso la seguridad digital también es una manera de proteger a los niños y niñas. Ningún juguete debería poner en riesgo la intimidad de un niño.
Antes de comprar, conviene hacerse preguntas sencillas:
¿Necesita conexión a Internet?
¿Qué datos recoge y dónde se almacenan?
¿Permite crear o solo seguir instrucciones?
¿Acompaña el ritmo y la edad del niño?
¿Qué hará el niño con el juguete… y qué hará el juguete con él?
Los mejores juguetes siempre se centran en lo que el niño o niña puede hacer con ellos, no al revés.
El juego construye pensamiento crítico, imaginación y autonomía. Estos pilares forman parte de la educación que cura y protege. La tecnología puede entrar en la vida de los niños y niñas, pero con equilibrio. Porque ningún dispositivo sustituye la capacidad de un niño o niña para inventar mundos con un bloque, un dibujo o un simple objeto cotidiano.
Si quieres conocer cómo en Educo protegemos a la infancia dentro y fuera del aula, descubre nuestros proyectos educativos y de protección infantil.
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