Cada rayo de luz es una oportunidad para aprender
diciembre 02, 2025En lo alto de las montañas de San Miguel, en la provincia filipina de Catanduanes, se encuentra la remota localidad de JMA Tucao. Para llegar a la escuela, los niños y niñas deben cruzar un puente colgante de cien metros y subir una empinada escalera de piedra. El camino es tan hermoso como desafiante: arrozales, acantilados y caminos de tierra rodean un paisaje que parece detenido en el tiempo.
Pero tras la belleza natural se esconde una dura realidad. En JMA Tucao los cortes de electricidad son frecuentes y, a menudo, duran todo el día. En muchas casas no hay luz artificial y el estudio nocturno se hace bajo la débil llama de una lámpara de queroseno o, simplemente, en la oscuridad.
Cuando la oscuridad interrumpe el aprendizaje
“Muchas veces las clases se detienen por los apagones”, nos cuenta Jocelle, maestra desde hace cinco años en la escuela primaria del pueblo. “Hemos llegado a enseñar bajo un árbol o en los pasillos cuando no hay electricidad. Es difícil mantener la atención del alumnado, sobre todo cuando no se pueden usar recursos digitales o audiovisuales”.
Para el alumnado, la falta de luz también les genera miedo e inseguridad. “Algunas familias usan sus linternas para trabajar en el campo o pescar, y los niños se quedan sin luz para estudiar”, añade Jocelle.
Una luz que cambia vidas
Ante esta realidad, desde Educo Filipinas nos unimos a la organización internacional SolarBuddy para poner un poco de luz en el camino del aprendizaje. En nuestra reciente visita a la comunidad, entregamos 48 lámparas solares a estudiantes y familias de JMA Tucao.
Estos dispositivos, ligeros y resistentes, no solo iluminan los hogares, también permiten cargar teléfonos y pequeños aparatos. Son una herramienta sencilla, pero poderosa, que combate la pobreza energética y promueve la educación inclusiva en comunidades sin acceso estable a la electricidad.
Así, los niños y niñas pueden seguir aprendiendo incluso después de la puesta de sol. No se trata solo de dar luz, sino de abrir oportunidades y fortalecer el derecho a la educación.
La esperanza brilla en la montaña
Para Ella, una alumna de once años, la lámpara solar ha marcado la diferencia: “Antes tenía que pedir prestada una linterna a mi abuela para hacer los deberes. Ahora puedo estudiar todos los días. Me siento más segura y feliz”.
Una de las voluntarias que participan en el proyecto, Tanvi Bhatia, y que lideró la iniciativa, destaca que estas luces “son mucho más que dispositivos: son herramientas de seguridad, aprendizaje y resiliencia”. Desde SolarBuddy, su director ejecutivo Daniel Belzer lo resume con una frase sencilla: “Incluso la luz más pequeña puede marcar una gran diferencia”.
Educación que ilumina el futuro
A través de esta alianza, desde nuestra ONG Educo seguimos impulsando un aprendizaje inclusivo, equitativo y sostenible. Creemos que un gesto simple —encender una lámpara solar— puede transformar la vida de niñas y niños que estudian en los lugares más aislados.
Cada rayo de luz representa una oportunidad para seguir aprendiendo, soñar en grande y construir juntos un futuro más justo y luminoso.
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Publicado por:
Elsa Sirvent
Periodista
Elsa Sirvent es Comunicadora social y creadora de contenidos en la ONG Educo.
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