Cuando hablamos de dar asistencia humanitaria no se trata solo de repartir alimentos o atender emergencias, sino también significa crear oportunidades, ofrecer seguridad, y devolver la esperanza a quienes más la necesitan. Cox’s Bazar, el campo de refugiados más grande del mundo ubicado en Bangladesh, sufre una de las crisis humanitarias más prolongadas del mundo que sigue afectando a casi un millón de personas refugiadas rohingyas y a las comunidades locales que las acogen.
En este lugar en el que vivir se convierte cada día en un reto, encontramos a una adolescente llamada Rifa, que está logrando transformar su vida gracias a un proyecto de protección impulsado por nuestra ONG Educo.
Rifa tiene 14 años, vive con su familia en la comunidad anfitriona de Ratnapalong, y cursa séptimo de primaria en la escuela secundaria Chakboitha. Su madre cose ropa en casa y su padre trabaja como agricultor. En su comunidad, como en muchas otras de Cox’s Bazar, las oportunidades para las niñas son escasas. La participación en el deporte, la formación en habilidades para la vida o incluso el acceso a información vital sobre protección ante desastres sigue siendo limitada para adolescentes, sobre todo para las mujeres jóvenes.
Eso empezó a cambiar cuando Rifa se unió a nuestro programa que abarca cuatro campamentos de personas refugiadas y sus comunidades vecinas, y está diseñado para proteger a niños, adolescentes y mujeres en riesgo a través de la creación de espacios seguros que promueven su bienestar psicosocial y fortalecen la resiliencia comunitaria.
Desde que comenzó a participar, Rifa ha asistido a sesiones sobre protección infantil, cambio climático, igualdad de género, habilidades de liderazgo y preparación ante emergencias. También se unió a los entrenamientos deportivos organizados por el proyecto, donde por primera vez pudo jugar al fútbol, kabaddi, críquet y lanzamiento de jabalina junto a otras chicas: “En mi comunidad, no es común que las niñas jueguen. Pero gracias al proyecto, ahora entrenamos una vez por semana y también participamos en los torneos, es decir, podemos competir”, explica con orgullo.
La situación humanitaria en Cox’s Bazar es compleja y persistente. Por eso, en este contexto, la ayuda humanitaria no puede quedarse en lo urgente. Tiene que ir más allá. Hay que trabajar también en la prevención, el empoderamiento y la educación, sobre todo de las niñas.
Durante un simulacro de extinción de un incendio que organizamos en su escuela, Rifa aprendió a usar un extintor y a responder ante situaciones de emergencia: “Ese día, apagué un fuego de gas con ayuda del cuerpo de bomberos. Después enseñé a mi familia cómo actuar si pasa en casa”, cuenta entusiasmada.
Además, nuestro proyecto también promueve la educación ambiental. Rifa recibió plantas para su jardín y ahora sensibiliza a su comunidad sobre la importancia de cuidar el entorno: “Les digo que no corten árboles ni destruyan las colinas. Hay que plantar más árboles para el futuro”, afirma.
Gracias a la formación, la práctica deportiva y el acompañamiento emocional que ha recibido, Rifa ahora cree en sus capacidades. Su sueño es claro: “Quiero ser una atleta profesional y unirme al ejército de Bangladesh”. Es un objetivo ambicioso. Pero cuando la ayuda humanitaria está bien orientada y sostenida, los sueños, incluso en contextos adversos, empiezan a ser posibles.
Entra en Educo y descubre cómo apoyar acciones humanitarias que no solo protegen, sino que abren caminos para niñas como Rifa.
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