La educación de los niños y niñas no depende únicamente de la escuela. La familia representa el primer espacio de aprendizaje y cumple un papel fundamental en la motivación escolar. Un entorno donde se valore el esfuerzo, se fomente la curiosidad y se brinde apoyo emocional influye directamente en el compromiso de los niños con sus estudios. Sin embargo, muchas familias desconocen cómo fortalecer esta motivación de manera efectiva.
Por eso, desde nuestra ONG Educo, no solo trabajamos para que más niños y niñas que viven en contextos de pobreza puedan ir al cole y accedan a una educación de calidad, sino que también apoyamos a las familias con becas y recursos, y los animamos a que apoyen y se involucren en la educación de sus hijos e hijas, como lo hicimos en el caso del pequeño Parvez de Bangladesh.
En este artículo, te ofrecemos formas prácticas para acompañar a los niños y niñas en su aprendizaje y ayudarles a desarrollar una actitud positiva.
La motivación escolar no se reduce al deseo de asistir a clases o completar tareas, sino que consiste en un proceso que impulsa a los niños y niñas a aprender, esforzarse y superar obstáculos en el ámbito educativo. Existen dos tipos de motivación:
Motivación intrínseca: Surge del propio interés por aprender. Un niño motivado de esta manera disfruta al resolver problemas, leer o explorar nuevos conocimientos sin necesidad de recompensas externas.
Motivación extrínseca: Depende de estímulos externos, como calificaciones, premios o la aprobación de los adultos. Aunque resulta útil en algunos casos, no debe convertirse en la única fuente de motivación.
El desafío de las familias consiste en potenciar la motivación intrínseca para que los más pequeños desarrollen el gusto por aprender y la autonomía en su educación.
Efectivamente, los adultos con los que los niños y niñas conviven pueden ayudar a despertar este interés genuino, y te contamos de qué manera puedes hacerlo:
El hogar debe fomentar la curiosidad y el interés por aprender. Para lograrlo, resulta importante:
Contar con un lugar tranquilo y organizado para el estudio.
Facilitar el acceso a libros, materiales didácticos y recursos educativos.
Reducir distracciones como la televisión encendida o el uso excesivo de dispositivos electrónicos.
Un ambiente adecuado transmite el mensaje de que el aprendizaje tiene valor y merece atención.
La falta de estructura dificulta la concentración y el compromiso con el aprendizaje. Crear hábitos de estudio desde pequeños ayuda a desarrollar disciplina y responsabilidad. Algunas estrategias efectivas incluyen:
Definir horarios fijos para realizar tareas y repasar contenidos.
Dividir el tiempo de estudio en periodos cortos con pausas activas.
Priorizar el descanso adecuado para mejorar la concentración y el rendimiento.
Un niño que conoce cuándo y cómo estudiar evita el estrés y percibe el aprendizaje como un proceso ordenado y manejable.
El interés genuino de los padres en la educación de sus hijos actúa como un motor de motivación. Esto no implica controlar cada detalle, sino demostrar apoyo y acompañamiento. Algunas formas de lograrlo incluyen:
Preguntar sobre su día en la escuela y escuchar con atención.
Conversar sobre los temas que aprenden y relacionarlos con la vida cotidiana.
Asistir a reuniones escolares y mantener contacto con los docentes.
Cuando los niños perciben que sus padres valoran su educación, sienten mayor compromiso con sus estudios.
Centrar la atención únicamente en calificaciones o premios genera presión y miedo al fracaso. Es más efectivo reconocer el esfuerzo y la perseverancia, ya que esto fomenta una mentalidad de crecimiento. Algunas frases motivadoras podrían ser:
"He notado que te has esforzado mucho en esta tarea, ¿qué aprendiste?"
"El resultado no fue el esperado, pero ¿qué podrías mejorar la próxima vez?"
"Me gustó cómo intentaste resolver este problema de distintas maneras."
El objetivo consiste en que los niños y niñas comprendan que el aprendizaje es un proceso continuo y que los errores representan oportunidades para mejorar.
La motivación escolar aumenta cuando los niños sienten que pueden tomar decisiones sobre su aprendizaje. Para fomentar la autonomía, se recomienda:
Permitir que organicen sus materiales y tareas.
Enseñarles a establecer metas alcanzables y evaluar su propio progreso.
Evitar hacer sus deberes y, en su lugar, guiarlos con preguntas y sugerencias.
Un niño que gestiona su tiempo y responsabilidades desarrolla mayor confianza en sus capacidades y se involucra activamente en su educación.
La forma en que los adultos hablan sobre la educación influye en la motivación infantil. Comentarios como "las matemáticas son difíciles" o "yo nunca fui bueno en eso" generan barreras en los niños. Para evitarlo, resulta útil:
Expresar entusiasmo por aprender cosas nuevas.
Compartir experiencias de superación y aprendizaje personal.
Evitar castigos relacionados con el estudio, como "si no haces la tarea, no sales a jugar".
La educación debe percibirse como una oportunidad, no como una carga.
A pesar de los esfuerzos de la familia, algunos factores pueden afectar a la motivación de los niños y niñas por aprender. Identificar estos obstáculos permite tomar medidas para apoyar mejor a los pequeños en su aprendizaje. Te ponemos algunos ejemplos de actitudes a evitar:
Poner una presión excesiva: exigir resultados perfectos genera ansiedad y rechazo hacia el estudio.
El desinterés del adulto: La falta de apoyo o participación desmotiva a los niños y niñas
Los problemas emocionales: La baja autoestima, el miedo al fracaso o situaciones familiares difíciles afectan su rendimiento.
Un ambiente inadecuado: Ruidos constantes, falta de materiales o ausencia de un espacio de estudio dificultan la concentración.
El papel de la familia en la motivación escolar resulta crucial. Más allá de la escuela, el hogar debe representar un espacio donde se valore el aprendizaje, se refuerce el esfuerzo y se fomente la autonomía.
Pero es importante recordad que cada niño tiene su propio ritmo y estilo de aprendizaje. Con el acompañamiento adecuado, todos pueden desarrollar una actitud positiva hacia su educación, la clave está en motivarlos no solo a estudiar, sino a descubrir el placer de aprender.
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