Muchos padres se equivocan al hablar con sus hijos. Hablan demasiado, les dan demasiadas órdenes, no les escuchan o se creen que hablándoles como adultos, antes de tiempo cuando aún no tiene desarrollada su mente crítica y reflexiva, es lo mejor. Estas formas de hablar no solo es frustrante para el padre sino para el hijo. Hoy te contamos qué cosas tienes que tener en cuenta a la hora de hablar con ellos.
Según este artículo publicado por la prestigiosa revista Psychology Today, existen muchos mitos sobre cómo cultivar una comunicación efectiva con los hijos. Mientras algunos padres optan por utilizar estrategias autoritarias, que solo conducen a luchas de poder, otros compensan en exceso y no permiten a los niños encontrar su propia voz. Lo suyo es buscar ese término medio ya que estos dos extremos interfiere con la habilidad del niño a manejar sus emociones y a formar relaciones saludables ahora y en el futuro.
La mejor forma de hablar con tus hijos requiere escuchar, respetar y mostrarse flexibles. A continuación te desvelamos algunos consejos y ejemplos incluidos en el artículo mencionado arriba para que aprendas a cómo hablar con tus hijos y qué cosas se deben evitar:
Cuando alguien se pone a hablar sin parar, tendemos a desconectar. No es por mala educación sino porque biológicamente el cerebro humano no es capaz de asumir grandes bloques de información constantes. Y para el cerebro de un niño, mucho menos. Lo ideal es limitar lo que quieres decir en bloques de 30 segundos o una o dos frases para no confundirles y sobre todo mantener su atención.
Ejemplo Negativo
“No tengo claro lo que debemos hacer sobre tus clases de ballet y baloncesto este año. Quizás no sea buena idea hacer las dos porque los partidos son los martes, miércoles y jueves a las 4 y a menos que tengas la mochila preparada los lunes con tus cosas de ballet...”
Hay tantos mensajes e información en este discurso que lo más probable es que cualquier niño se pierda. Además, este mensaje transmite negatividad y ansiedad, lo último que necesitan escuchar nuestros pequeños. Lo suyo es separar la información en bloques más pequeños y sobre todo empezar por preguntarles a ellos qué es lo que quieren.
Ejemplo Positivo
“Si este curso quieres hacer ballet y baloncesto, algunas tardes tendrás que ir directamente de uno a otro. ¿Qué te parece si nos sentamos a hablar y pensamos en cómo podemos encajarlo?"
Este mensaje es corto, claro y transmite al niño la buena disposición de la madre o el padre a la hora de hacerle partícipe en la búsqueda de la solución.
Solemos recurrir al regaño o a dar órdenes cuando sentimos que una situación se nos está yendo de las manos. El problema es que esto solo lleva a que el niño aprenda a ignorarnos. Lo que necesitan los niños es apoyo e instrucción para que se conviertan en adultos responsables.
Ejemplo Negativo
“Te estoy despertando una hora antes porque nunca estás preparado a tiempo. Así que vístete y dame la hoja que tienes que llevar firmada hoy porque...”.
(minutos más tarde)
"Te dije que te vistieras y sigues en la cama. Vamos a llegar tarde. Ve a cepillarte los dientes. Siempre estás igual".
(minutos más tarde)
"¿Dónde esta la hoja que tengo que firmar? Aún no te has vestido. Llegaremos tarde seguro".
Esta forma de hablar no solo es negativa e intrusiva y puede llevar al resentimiento sino que está demostrándole al niño que no es de fiar.
Ejemplo Positivo
“Saldremos para el cole en 45 minutos. Asegúrate de tener todo lo que necesitas. Sino, tendrás que explicárselo al profesor”.
Estas instrucciones son breves y precisas. Además, incluye las consecuencias de un comportamiento que el niño puede entender a la perfección. Al mismo tiempo esta forma de hablar está libre de juicio, de ansiedad y control.
Antes de hablar o reaccionar, procura pensar y valorar la situación y la circunstancia. Y no olvides que habilidades como la empatía, ser generoso e independiente se cultivan en casa y dando ejemplo.
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Derechos de Imágenes: Randen Pederson, David Goehring
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