Del trabajo infantil a la escuela: la oportunidad de Yesmin que cambió su vida

En Bangladesh, miles de niños y niñas pasan sus días en zonas de procesamiento de pescado seco, expuestos al sol, a productos irritantes y a jornadas duras que no corresponden a su edad. La pobreza empuja a muchas familias a recurrir al trabajo infantil para sobrevivir. Y cuando esto ocurre, la educación, que debería abrirles camino hacia un futuro digno, queda lejos de su alcance. 

En Educo defendemos que la educación es urgente porque cura y protege. Nuestro trabajo en más de 14 países confirma que solo la educación rompe ciclos de pobreza y violencia. Y la historia de Yesmin lo demuestra. 

Yesmin Akter vive en Cox’s Bazar (Bangladesh). Hoy estudia en cuarto curso, sonríe al hablar de sus amigas y sueña con un futuro mejor. Pero llegar hasta aquí no fue fácil. 

Una infancia marcada por la pérdida y el trabajo infantil 

Su padre falleció cuando ella tenía dos años. Su madre, Chenuara, decidió mudarse con ella a la casa de los abuelos maternos, una familia sin recursos. Pronto todos se trasladaron hacia las zonas costeras en busca de trabajo. La única opción disponible era el duro sector de procesamiento de pescado seco, catalogado como trabajo infantil peligroso según los estándares internacionales. 

La madre y la abuela de Yesmin aceptaron empleo allí. No había nadie que cuidara de la niña, así que Yesmin empezó a acompañarlas. A veces ayudaba. Pasaba el día entre montones de peces, soportando largas horas bajo el sol. 

Ella misma recuerda esa etapa: “He visto que la gente trabaja todo el día bajo el sol. Ni siquiera pueden beber agua cuando quieren. Si alguien se detiene, el dueño le grita. Muchas veces no pagan lo justo. Además, muchos acaban con heridas en las manos y los pies”. 

En Bangladesh, 1,2 millones de menores realizan trabajos peligrosos según la OIT. Esta realidad condena su salud y su futuro. Por eso desarrollamos el proyecto From work to school: Education, Training and Protection for children in hazardous child labor in the coastal areas of Bangladesh junto a nuestro socio local POPI. 

La oportunidad que lo cambió todo 

Un día, Chenuara escuchó hablar de nuestras clases gratuitas, diseñadas para niños y niñas que no pueden asistir a la escuela formal. Una educación flexible, adaptada a su ritmo, que combina juego, apoyo emocional y contenidos básicos. Sin coste para las familias. 

En 2021 decidió dar el paso. Yesmin ingresó en primero de primaria. Y su vida empezó a abrirse. Así lo Ella explica con claridad: “Ahora voy a la escuela cada día. Me gusta estudiar y jugar con mis amigas. Me siento feliz cuando participo en actividades. Después de clase ayudo a mi abuelo y mi familia me apoya mucho.” 

Detrás de esta transformación hay un trabajo constante: certificación de identidad, acompañamiento familiar, retirada progresiva del trabajo peligroso, sensibilización a empleadores y apoyo emocional. Educo y POPI también impulsan cambios legales y protocolos más estrictos para proteger a la infancia frente al trabajo infantil. 

Un futuro que por fin se imagina distinto 

La risa de Yesmin aparece en cada frase. Se siente acompañada. Se siente capaz. Cuando habla del mañana, su voz se vuelve firme: “Quiero ser una buena persona, valerme por mí misma y ayudar a mis abuelos. También quiero aliviar el sufrimiento de mi madre. Por eso estudio”. 

Hoy Yesmin ya no pasa horas bajo el sol manejando pescado seco. Va a la escuela con su uniforme limpio y una mochila que simboliza algo más que libros: simboliza dignidad. Cada día que estudia, el ciclo de pobreza que marcó a su familia pierde fuerza. 

La educación cura y protege 

En Educo creemos que ningún niño ni niña debe trabajar en condiciones que dañen su cuerpo y limiten su futuro. Por eso actuamos desde la raíz: acompañamos a familias, colaboramos con comunidades y defendemos políticas que protegen a la infancia. 

Gracias a proyectos como este, miles de niños y niñas en Bangladesh recuperan su derecho a aprender, jugar y soñar. Yesmin es una de ellas. Y su historia demuestra que, cuando la educación llega, la vida cambia. 

Si quieres que más niñas como Yesmin vuelvan a la escuela, únete a Educo. Cada pequeño gesto es más poderoso de lo que imaginas. 

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