Afortunadamente cada vez son más las voces que se levantan en contra del acoso escolar o bullying que sufren diariamente cientos de niños en nuestros colegios. Por desgracia han sido necesarios algunos casos dramáticos para que el tema salga a la luz pero por fin, el acoso escolar ha dejado de ser "cosas de niños" para pasar a primera página de todos los periódicos. Tal vez así finalmente consigamos pararlo.
Algo así sucedió en Finlandia, un país cuyo sistema educativo es modélico y ejemplar para todos los países del entorno y que sin embargo tenía altas tasas de violencia escolar. Hasta que se pusieron manos a la obra, que es la única forma de arreglar las cosas.
El acoso escolar en Finlandia se gestiona mediante un programa que contempla muchos factores: desde la información hasta los protocolos de detección y actuación pero también existen recursos educativos tanto para profesores como para alumnos. Y es que la violencia en las aulas es cosa de todos.
KiVa, que así se llama el programa, ha sido diseñado en la Universidad de Turku y se implantó en 2009 en todas las escuelas finlandesas, reduciendo los casos de acoso en un 90% según los investigadores mediante un modelo que se enfoca en tres momentos clave - prevención, actuación y monitorización - y que se centra no sólo en acosadores y acosados sino también, y esto puede ser lo más importante, en el comportamiento de los testigos.
¿Cuántas veces has sido testigo de alguna situación violenta y no has hecho nada? No hay que sentirse culpable, la mayoría de las personas honradas no tenemos recursos para enfrentarnos a situaciones violentas, simplemente porque no vivimos situaciones violentas frecuentemente. Imagina un niño.
Ante un caso de acoso escolar la mayoría de los testigos se inhiben, no hacen nada, le restan importancia o incluso aplauden el comportamiento del agresor, por miedo o por falta de herramientas.
Detectar el acoso y atajarlo en sus primeras manifestaciones es clave para minimizar el impacto en la víctima. El acoso escolar, por darse entre niños o adolescentes, es una de las formas de violencia más graves y que deja mayores secuelas. Los niños, sin capacidad de reaccionar frente a sus acosadores, experimentan síntomas psicológicos y fisiológicos diversos que pueden dejar secuelas o conducir a una depresión mayor o incluso al suicidio. La prevención y la intervención temprana son fundamentales para que el niño pueda retomar su vida normal cuanto antes y en las mejores condiciones. Esto es también válido para los niños que ejercen de acosadores, que en muchas ocasiones no son conscientes del impacto que su comportamiento tiene en los demás y también para el resto de niños que presencian los episodios violentos, porque sin duda además les proporciona herramientas que les servirán para reaccionar también en el futuro.
Tenemos que empezar por mirarnos a nosotros mismos. Los comportamientos violentos no se aprenden sólo en casa, puesto que la socialización del ser humano ocurre en todos los ámbitos, desde el cole hasta lo que ven en la tele, pero sin duda estar atentos es nuestra mejor herramienta para detectar el acoso.
Educar, informar, concienciar y actuar es imprescindible. Sin olvidar que lo primero que debemos hacer es creer a los niños que se quejan de que sus compañeros los molestan. Muchas veces no son simples cosas de niños.
Derechos de fotografía: Tyron Daryl, roseannadana
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