Esta es una de las historias que más nos gusta contaros. Porque evidencia lo que siempre defendemos como ONG: ayudar no es solo dar. Es apostar por el potencial de una persona, por su futuro, por su dignidad. Yeasin, un joven de 20 años de Bangladesh, es el mejor ejemplo de lo que ocurre cuando se abre una puerta a tiempo.
Nació en una familia con pocos recursos. Es el mayor de tres hermanos y, desde muy joven, sintió el peso de las responsabilidades familiares. Logró terminar la secundaria, pero tuvo que dejar los estudios para ponerse a trabajar. Su sueño de estudiar hostelería parecía imposible. Hasta que conocimos su caso.
Yeasin fue uno de los primeros beneficiarios de nuestro proyecto LIFT, que recibe el apoyo de ChildFund Korea. Una iniciativa con la que ofrecemos formación técnica y vocacional a 300 jóvenes en situación de vulnerabilidad en la ciudad de Daca. El objetivo es claro: brindar herramientas reales para que puedan acceder al mercado laboral y construir un futuro digno.
Así, recibió 720 horas de formación: 360 de cocina y servicio, y otras 360 en habilidades para la vida. El programa no solo le enseñó a cocinar, también le ayudó a tomar decisiones, a comunicarse mejor, a confiar en sí mismo: “Antes me costaba decidir. Ahora sé qué quiero y cómo conseguirlo”, cuenta Yeasin con una gran sonrisa.
Tras superar con éxito el examen de la Autoridad Nacional de Desarrollo de Habilidades de Bangladesh, consiguió su primer empleo en un resort a las afueras de Daca. Pero Yeasin quería más. Se mudó a la capital y hoy trabaja como chef junior en un restaurante especializado en cocina bengalí.
Allí ha descubierto no solo su vocación, sino también su pasión por compartir los sabores de su tierra: “Nunca pensé que cocinar comida bengalí me haría tan feliz”, dice.
Pero el joven sigue teniendo hambre por llegar más allá de lo que había imaginado. Porque Yeasin no se conforma. Ahora sueña con seguir formándose, ganar experiencia en el extranjero y, un día, abrir su propio restaurante. Uno que, como el de su abuelo, lleve la esencia de su cultura, pero también que genere empleo para jóvenes de su comunidad. Además, quiere mejorar su entorno: ya está pensando en instalar pozos para asegurar agua potable en su localidad.
Historias como la de Yeasin nos recuerdan que la educación no puede parar. Que con oportunidades reales, los jóvenes no solo cambian su vida, también transforman la de quienes los rodean.
En Educo trabajamos para que ningún joven tenga que renunciar a sus sueños por falta de recursos. Porque educar cura, empodera y protege. Porque ayudar, cuando se hace desde la raíz, tiene un impacto que va mucho más allá de una sola persona.
Tú también puedes ser parte del cambio. Colabora con Educo y ayúdanos a abrir más puertas como la de Yeasin.
Bangladesh , educación , oportunidad , Pobreza , Pobreza infantil
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