En la región rural de Catanduanes, en Filipinas, una escena se repite con demasiada frecuencia: niños que empuñan cuchillas afiladas cortan tallos de abacá bajo el sol abrasador. En lugar de lápices, manejan machetes; en lugar de libros, cargan haces de fibra vegetal.
Esta es la realidad del trabajo infantil en el sector de la recolección del abacá, también conocido como cáñamo de Manila, una planta originaria de Filipinas cuya fibra se utiliza para fabricar papel moneda, filtros de café, cuerdas, textiles y productos de lujo. Es resistente al agua y a la sal, lo que la convierte en un material muy valioso en todo el mundo.
Filipinas es el principal productor mundial de abacá. Su cultivo representa una importante fuente de ingresos para las comunidades rurales. Sin embargo, en muchas de estas comunidades, la falta de acceso a servicios básicos como la educación y el empleo digno lleva a que incluso los más pequeños se vean obligados a trabajar.
Estos niños no solo se enfrentan a peligros físicos, sino también a la pérdida de su derecho a la educación. Muchos abandonan la escuela porque sus familias no pueden pagar los útiles escolares o porque necesitan que trabajen para sobrevivir.
Uno de esos niños es John Lloyd, que comenzó a trabajar con su padre en el cultivo y procesamiento de abacá cuando apenas tenía 13 años. Pasaba días enteros en las montañas, ayudando a cortar y raspar la fibra. Aunque lo hizo por iniciativa propia, impulsado por la pobreza de su familia, reconoce hoy los peligros físicos y emocionales de esa experiencia.
Gracias al proyecto contra el trabajo infantil que llevamos a cabo en Filipinas, John Lloyd y muchos otros niños comprendieron que su lugar no estaba en el monte, sino en la escuela. A partir de ahí, su vida dio un giro. Desde Educo le brindamos materiales escolares, formación sobre sus derechos y la oportunidad de recuperar su infancia.
John Lloyd participó en talleres de teatro que reforzaron su autoestima y descubrió su pasión: estudiar Administración de Empresas para algún día ser un empresario exitoso y “devolverle a mi familia y a Educo todo lo que han hecho por mí”.
Hoy, con 18 años, sigue ayudando a su familia en sus ratos libres, pero su prioridad es clara: la educación es el camino para salir de la pobreza y ayudar a otros a hacer lo mismo.
A nivel global, más de 160 millones de niños trabajan, y más de la mitad lo hacen en condiciones peligrosas, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En Filipinas, se calcula que 2,1 millones de menores están involucrados en alguna forma de trabajo infantil. De ellos, un gran número trabaja en la agricultura, incluyendo la cosecha de abacá.
Como cada 12 de junio, Día contra el Trabajo Infantil, desde Educo reivindicamos un mundo en el que ningún niño tenga que elegir entre aprender o sobrevivir. Para conseguirlo, impulsamos proyectos educativos en comunidades vulnerables, apoyamos a las escuelas locales, promovemos campañas de sensibilización y trabajamos con líderes comunitarios para ofrecer alternativas sostenibles a las familias.
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