Estudiar en una escuela en condiciones no es un lujo, sino un aspecto básico para poder aprender. En
los barrios más humildes de Guayaquil,
muchos centros carecen de las infraestructuras más elementales, lo que repercute muy negativamente en el rendimiento de los niños.
En Educo trabajamos para cambiar esta realidad.
Nuestros compañeros en el país latinoamericano están de enhorabuena, ya que este mes de diciembre hemos estrenado las
mejoras realizadas en el colegio Estela Lange, en el barrio del Guasmo, y acabamos de empezar la
reforma de la escuela Richard Burgos, en el sector de Isla Trinitaria. Estas dos actuaciones permitirán que un total de
860 niños de primaria que viven en entornos marginales puedan estudiar en un entorno adecuado.
Las intervenciones incluyen la rehabilitación de las instalaciones sanitarias, la mejora de las redes de agua potable y de electricidad, la reparación de paredes, techos y revestimientos, la renovación del mobiliario o el repintado de espacios, entre otras actuaciones.
La directora del colegio Estela Lange, Odile Lucas, nos muestra los nuevos baños que han sido reformados.
"Toda la escuela ha cambiado"
Olinda Lucas, directora de la Estela Lange, nos cuenta que “como maestra, me parece muy importante que instituciones como Educo se preocupen por el bienestar de los niños especialmente para que la educación se dé en las mejores condiciones ya que
no solo hay que ver lo pedagógico sino también el medio en el que están los niños”. Con ella visitamos los nuevos espacios mientras nos explica que “antes, la escuela estaba en muy malas condiciones y muy descuidada”. “Se tuvieron que hacer muchos arreglos –añade–, sobre todo en los baños, los tumbados, las paredes, el mobiliario… o sea, prácticamente
toda la escuela ha hecho un cambio muy notorio en cuanto a la infraestructura física.
Esto ha permitido que los niños puedan estudiar en mejores condiciones”.
Este tipo de intervenciones que llevamos a cabo gracias al apoyo de nuestros padrinos y colaboradores conllevan siempre un trabajo en paralelo con los padres y madres de los escolares, para que se involucren el proceso y tomen conciencia sobre la importancia de la educación de sus hijos. Así, más allá de seguir de cerca la evolución de los trabajos de reforma de los centros y de tomar parte incluso en algunas tareas de limpieza o repintado,
se sensibiliza a las familias para se impliquen en la enseñanza de sus hijos y mejoren su relación con ellos. “Aún hace falta trabajar en lo humano, en aspectos como mejorar la comunicación con los niños, darles un mejor trato, que les den amor, paciencia y especialmente, tiempo –explica Olinda–. Hemos de incidir en la parte psicológica y emocional con los padres y madres de familia e ir aprendiendo juntos lo que significa educar para la vida”.
Antes de la intervención, algunas de las aulas (como esta de la imagen) carecían de paredes o de techos en condiciones.
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