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"El comedor escolar no es un parking de niños, aquí estamos educando"

"El comedor escolar no es un parking de niños, aquí estamos educando"

febrero 16, 2022
Hemos hablado muchas veces de la importancia del espacio del mediodía para el desarrollo integral de niños y niñas. Un espacio donde, además de alimentarse de forma saludable, se siga aprendiendo. Un lugar donde sentirse seguro y arropada, donde compartir con los compañeros y compañeras y en el que la educación se siga trabajando.

Para ahondar en la equidad educativa y el espacio del mediodía, en Educo hemos puesto en marcha un proyecto piloto junto a cinco colegios de Cataluña, en colaboración con Diverse Learning. Queremos investigar y transformar este espacio en centros educativos de infantil y primaria. Uno de esos centros es la Escola pública Llebetx. Se trata de un pequeño colegio inclusivo de una línea cuya AFA y Comisión del Comedor está coordinada por Aïda Ventura.

Aïda, que es pedagoga, lleva mucho tiempo trabajando en este centro, al que acuden sus dos hijos, de 11 y 7 años. Lo conoce bien porque ella misma estudió en él, y luego, compaginó sus estudios universitarios con el trabajo de monitora del comedor, ahí, claro. Al terminar la carrera fue cuatro años educadora de educación especial en el Llebetx. Después, tras una serie de experiencias en otros centros, regresó para quedarse. Son ya 12 años de ilusión y experiencia volcada en los que día a día contagia a los chicos y chicas su amor por la educación. Desde Educo hemos podido charlar con ella y conocer sus intereses e inquietudes por el comedor escolar. Un lugar donde se come, sí, pero también ocurren muchísimas otras cosas.   


Antes que nada, nos gustaría entrar en contexto. Cuéntanos un poco sobre la escuela donde trabajas, un centro escolar que se define como inclusivo.

Se trata de un cole un tanto peculiar. Es una escuela pequeñita de una línea que nació hace más de cincuenta años de la mano de una mujer súper emprendedora para su tiempo. De hecho, el cole empezó en su casa. Era una mujer viuda con un montón de hijos cuya mayor pasión era enseñar. Se trataba de un cole catalanista y laico destinado a cualquier persona que no pudiera acudir a un colegio privado. Allí nació el Llebetx.

Poco a poco fue creciendo y se convirtió en una cooperativa de padres y maestros, lo cual era súper raro en aquella época. En los años 80 se compró un terreno entre padres, madres y maestros que es el colegio actual. Así que es un colegio en el que las familias tienen un papel muy importante. Desde el AFA gestionamos todos los espacios que no son únicamente las clases: la acogida por la mañana, las horas de comedor, las extraescolares que hacen por la tarde con nosotros, etc. Aquí no hay ninguna empresa externa, no hay ningún catering… nada. Y esta es mi función, coordinar el personal y todas las actividades que se hacen, incluida la Comisión del Comedor.


¿Qué es exactamente la Comisión del Comedor, quienes la forman y qué funciones tiene?  

El AFA, que no el AMPA porque aquí es la Asociación de Familias de Alumnos, está formada por diferentes padres y madres voluntarios que quieren participar de toda la vida del colegio. Aparte de la Junta, tenemos muchas otras comisiones, la de deportes, la pedagógica, la económica, la de comunicación, o la del comedor. Cada padre o madre, dependiendo de su interés y de su rama profesional se dedica a una u otra. La Comisión del Comedor está formada por miembros del equipo directivo, profesores del claustro, padres y madres, una persona representante del equipo de monitores del comedor y yo. Desde aquí intentamos que más o menos todo funcione y tomamos decisiones, pero son decisiones bastante técnicas que pueden conllevar gasto, como puede ser la compra de un horno. La parte más pedagógica la llevo yo directamente, pero es cierto que veo que cada vez más familias quieren participar de esta parte pedagógica.  


¿Cuáles crees que son las principales preocupaciones de la Comisión del Comedor escolar?

Creo que las percepciones son muy diferentes dependiendo de quien lo mire. Hay un problema, que siempre comento, que tiene que ver con cómo explicamos lo que hacemos. Porque hacemos muchas cosas que, aunque las explicamos, hay muchas familias que o no les interesa o no saben dónde buscarlo. Aunque nosotros, cada semana en el blog colgamos artículos de las cosas que hacemos y los enviamos a todas familias. Pero no acabamos de llegar a las familias porque muchas veces te preguntan “¿y qué es qué es esto?”  y resulta que esto lo hacemos desde hace 20 años.  

Pero pienso que el Llebetx es un colegio muy potente a nivel pedagógico en el propio espacio del comedor. Bueno, a mí no me gusta llamarlo “comedor”, para nosotros es "l'estona del migdia". Y hay que darle la importancia que tiene porque ocupa un tercio de las horas que los niños y niñas pasan en el cole.  


¿Dirías que es un espacio ligado al proyecto educativo? ¿Crees que tiene que serlo?

Siempre se puede hacer más, pero depende de las aspiraciones que tenga cada uno. Desde el equipo de comedor pensamos que aunque lo está, siempre se puede ir un poco más allá. Y desde el claustro de profesores puede que también lo piensen, aunque es difícil encontrar los momentos de encuentro. Es difícil porque claro, en las horas que nosotros estamos trabajando en el espacio del mediodía, ellos tienen reuniones, tienen claustros. Porque todos los mediodías los profesores tienen comisiones varias, aquí funcionamos mucho así.


¿Cómo te gustaría que fuera la comunicación entre los encargados del comedor escolar y el resto de personal educativo del colegio?

A mí me gustaría que pudiésemos encontrar espacios sobre todo de traspaso de información sobre lo que les está pasando a los niños y niñas. Al final, nosotros trabajamos para los niños y las niñas. Me refiero a cualquier cosa que pueda ser susceptible de traspaso… desde que este niño puede que se comporte así porque se le acaban de separar los padres o pues hoy está pachucho porque se ha muerto su abuela.

De hecho, con el COVID-19 nos hemos encontrado momentos en los que, si no ha habido mucha comunicación, nos ha costado entender cómo estaban los niños. Entender sus reacciones. Sin embargo, es verdad que aquí, cuando los padres y madres escriben un correo a la profe explicando, mira, hoy ha pasado esto, te diría el 80% suele poner en copia al comedor. Las familias lo tienen interiorizado.

Además, creo que a veces los niños tienen más confianza con los monitores del comedor que con los propios tutores. Esa relación de confianza es genial y nos la hemos trabajado mucho. Es que el comedor no es un parking de niños. Nosotros aquí estamos educando. El espació del mediodía es un rato más donde se aprenden cosas, desde comer en común y saber utilizar bien los cubiertos, hasta saber expresarte y comunicarte para poder solucionar cosas. Porque claro, es un momento en el que surgen muchos conflictos ya que es un rato sin estructura, no es aquello lineal de profesor – alumno. Es más de expansión, de soltar. Por tanto, intentamos trabajar mucho con ellos en la resolución de conflictos de manera asertiva, intentándolo desde la comunicación no violenta. Pero es cierto que aquí a veces me veo coja. A veces es aquello de “bueno va, pídele perdón”, pero igual no se soluciona pidiendo perdón porque es necesaria una reparación. Está bien pedir perdón, pero tiene que ser sentido y con sentido. Ahí es donde tratamos de poner el foco.


Y los chicos y chicas, ¿lo ven como un momento para el aprendizaje?

Sí, de hecho, en el espacio del mediodía tenemos la evaluación consciente. Para nosotros es importante que ellos y ellas sean capaces y sean autocríticos. Lo son a través de la evaluación con sentido, por eso evaluamos todo lo que pasa en el comedor, porque es un espacio educativo más. No es una evaluación cuantitativa, sino cualitativa. Tomar conciencia de que lo que estás haciendo en este rato es un aprendizaje.

Se evalúan y hacen el informe donde ellos pueden expresar en qué creen que tienen que mejorar y qué se comprometen a hacer. Nosotros los acompañamos y canalizamos.

Siempre les decimos que no hace falta decir nada que sepan que no van a realizar. O sea, tienen que hacer cosas que realmente quieran y puedan hacer. Y es que, si no, no tiene sentido. Además, son súper autocríticos. Ellos sacan la punta. Es un momento especial porque es donde toman conciencia de lo que es importante. No es, bueno nos quedamos a comer para pasar el rato.

En el colegio en general, estamos trabajando mucho a través de la evaluación consciente. De la coevaluación.


En España hay niños y niñas que no acuden al espacio del mediodía ya que las becas comedor no cubren a toda la infancia que las necesita. Esos niños que se quedan fuera, además de acceso a una buena alimentación, ¿qué se están perdiendo?

Pues un rato de mucha riqueza. De mucha riqueza a nivel de relaciones con los compañeros, a nivel de relaciones con los adultos, porque al final nosotros no dejamos de acompañarlos en este rato, de ayudarlos. Se pierden un espacio para el desahogo. Yo lo veo en las cosas que nos cuentan, porque somos importantes para ellos ya que nos sienten cercanos. Es un espacio de riqueza a nivel educativo, pero también a nivel humano.
Son momentos para aprender. Por ejemplo, nosotros aquí hacemos mucho hincapié en el tema del desperdicio alimentario, es uno de los proyectos que tenemos en el cole.

Cuando les ponemos la comida les preguntamos: ¿tienes mucha hambre, poca hambre? ¿Te apetece mucho? ¿Te apetece poco? Ellos se gestionan. O sea, es que nadie como ellos conoce el hambre que tienen. Antes del COVID-19 se servían ellos directamente, ahora no nos dejan, pero ellos se servían en función de la del hambre que tenían o de si les gustaba mucho o poco. Siempre dentro de un límite, claro.

Yo creo que el acceso a todo esto te ayuda a conformarte como persona. Eso es un rato que es diferente a lo que es el cole. Lo que es el estrictamente lectivo, no de mates o catalán o castellano. No sé, a nivel también de empoderamiento de ellos mismos. La capacidad de escoger también es educar.


Parece ser que, a nivel general, en el espacio del comedor se dan las mayores problemáticas relacionales de los niños ¿Tú lo ves así?

Sí, es así, y es normal que sea así. Es normal porque, como decía antes, las clases son muy lineales, y a veces pueden surgir temas que nos hacen explotar a la hora de comer. Porque a raíz de un comentario salen discusiones. Es un espacio mucho más relacional, por eso nosotros creemos que es importante dotarlo de contenido. El “no tengo nada que hacer” genera conflictos, eso es así.


A veces, los espacios del comedor de los colegios los gestiona gente externa, a través de subcontratas y no se conoce bien el proyecto educativo o faltan herramientas… ¿Crees que por eso puedan surgir problemáticas?

Clarísimamente. Es que no cualquiera puede ser monitor de comedor. Además, los proyectos que puedes hacer tú a nivel de AFA, o a nivel externo, es que no tienen nada que ver. Porque una empresa irá a buscar el rendimiento económico y si se puede ahorrar dos monitores porque así le salen mejor los números, pues se los ahorra. Nosotros, como AFA, no ganamos dinero con el comedor. En todo lo que se necesita invertir, se invierte; no nos lucramos. Lo primero son los niños. Si hacen falta monitores, se contratan monitores y, además, con una premisa: tienen que estar más o menos formados en el campo del ocio, en el campo más lúdico, o en el campo de la enseñanza.

Aida-Llebetx-comedor.png


Es un poco lo que comentabas del parking de niños y niñas…

Claro. Yo creo que hay que luchar para tener gente formada y preparada para estar en estos espacios, porque estamos educando, no estamos aparcando. Pero, claro que nos falta formación. Yo soy pedagoga y una súper defensora de la formación continua. Y es que tiene que ser así.

En el cole, a nivel de claustro, hacemos muchas formaciones y los monitores participan. Ahora, por ejemplo, estamos haciendo una formación del duelo y la muerte y la estamos haciendo todos. La formación de abuso sexual la hacemos todos también. Y una formación sobre la resolución de conflictos, vamos, en todos los coles tendría que ser obligatoria. Es súper importante solucionar los conflictos y cerrarlos bien. Y para ello hay que conocer bien el tema ya que puede que lo que se vea sea solo la puntita del iceberg.  Quizá un niño actúa de aquella manera porque lleva un mochilón detrás y nadie lo está entendiendo. O niños de educación especial, que aquí tenemos muchos.


El Llebetx es un colegio inclusivo ¿Cómo trabajáis desde el espacio del mediodía esa inclusividad?

Tenemos unos 28 niños de educación especial totalmente integrados en las aulas. Tienen todo tipo de diversidad funcional, pero la mayoría son TEA (trastorno del espectro autista).

Aquí todos y todas comemos juntos. Para nosotros es lo normal porque pensamos que la educación es inclusiva y es de calidad cuando es rica para los dos lados. Es decir, si en una clase solo se enriquece una parte, no está sirviendo. Además, trabajamos mucho la proactividad en todo el alumnado. El nivel de acompañamiento y de sensibilidad que tienen estos niños delante de niños y niñas de educación especial es brutal. Los acompañan, les explican, les vuelven a explicar; tienen mucha paciencia.

Así que siempre están todos juntos, aunque sí que tienen un monitor específico de refuerzo para ayudarlos. Por ejemplo, con la intolerancia al ruido. Trabajamos mucho ese tema porque a esos niños y niñas el ruido les molesta mucho. Tenemos pelotas de goma en las patas de las sillas, o un semáforo para que puedan regularse. Además, cada vez hay una persona responsable de cada cosa. Por ejemplo, el responsable del silencio. El hecho de darles responsabilidades nos ayuda también a reducir los conflictos. Cuando yo llegué los monitores lo hacían todo, pero ahora todo eso ha cambiado; ellos ponen la mesa, se sirven (bueno, antes de la pandemia), recogen la mesa, la limpian… lo hacen todo. Los monitores hemos dado un paso atrás para que ellos puedan dar un paso adelante, porque si no, no creceremos.


A veces, para la resolución de conflictos además de las propias herramientas, también son importantes los espacios…

Totalmente. Es importante que tengan a su disposición espacios amigables para la resolución de conflictos. En infantil tenemos el Rincón de la Paz, tienen imágenes para identificar cómo se sienten; y cojines, uno tiene forma de boca y otro de oreja. Lo hacemos en todo el cole, así se escuchan y se cuentan, según les toque. Tenemos que trabajar ese tipo de espacios para primaria.


¿Cómo sería el espacio de mediodía ideal en cuanto a recursos y material?

A ver, yo estoy muy satisfecha del comedor que tenemos, estoy superorgullosa del trabajo que hacemos, aunque siempre podemos hacer más. Me encantaría que todo el equipo pudiera tener la formación necesaria. Además, el hecho de tener niños y niñas de educación especial te exige lo mejor, ir un poco más allá. Ellos y ellas tienen a muchos profesionales trabajando para ellas y con ellos, pero en el espacio del mediodía salen más cosas, es un espacio amable que invita a la confianza, a tener sintonía con tus monitores y monitoras. Así que salen las problemáticas que se crean en clase, fuera del cole, en casa, no solo con niños de educación especial. 

El tema de los abusos sexuales, por ejemplo, es una cosa que nos preocupa, está ahí, como sociedad lo vemos cada día. Cuando nos formamos todo el equipo de profesionales del cole en esta temática se me pusieron los pelos de punta, considero que tendría que ser una formación obligatoria en cualquier carrera que tenga que ver con el mundo educativo, porque esto pasa, está pasando y necesitamos que todos los actores educativos estén formados. Formados en el sentido de que la gente que trabajamos directamente con los niños y las niñas podamos dar respuesta a lo que sucede. Porque cuando algo así pasa te puedes colapsar, es como una bomba nuclear que cae y te dices ¿ahora qué hago?, ¿cómo no lo hemos visto? Quizá tenías mil alarmas, pero no las vimos. La formación es la clave para poder identificarlo.

Pero lo que me preguntabas, un espacio de comedor ideal para mí sería aquel en que los niños y las niñas pudieran disfrutar aprendiendo de su tiempo libre, un espacio donde los monitores y las monitoras tuvieran todos los recursos necesarios para poder atender a la diversidad del alumnado que tenemos, un espacio donde se pueda hacer hincapié en la diferencia, con patios inclusivos, materiales coeducativos, la riqueza de un espacio donde los maestros y las maestras pudieran dar el relevo a los monitores y monitoras para seguir trabajando contenidos relacionales y actitudinales que ya se trabajan en las aulas. No tener un parón al mediodía, sino que fuera un continuo, seguimos aprendiendo. ¡Los niños deben ser los protagonistas de su tiempo libre, aprovechando cada minuto de juego para compartir, disfrutar y aprender de su tiempo, e incluso aprender a aburrirse!

Hemos hecho un largo camino, lo más importante es no perder las ganas de aprender como educadores, como maestros y como alumnos porque todos somos comunidad educativa. Como decimos en el Llebetx, somos una tribu.
Ayúdanos a conseguir un millón de comidas antes de que cabe el año.

Becas comedor , Comedor escolar , educación , espacio del mediodía , España , protección

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