Asistir a la escuela no es sinónimo de aprender. Ojalá así fuera, pero la realidad tozuda nos dice lo contrario. No solo en España, sino en todo el mundo. Porque para que los niños y niñas aprendan han de sumarse un conjunto de factores, como el interés, la buena formación del profesorado, estar bien alimentados para poder seguir las clases, tener la curiosidad despierta, y que las familias puedan costear la escolarización, entre otros muchos.
Bangladesh no es una excepción en este sentido, más bien todo lo contrario, ya que el problema ya está solo en la asistencia: un 20% de los niños y niñas del país no acuden a la escuela, y de los que lo hacen, según datos del Banco Mundial de 2018, la mitad no alcanzan los conocimientos básicos. Además, el cierre de las escuelas que provocó la Covid-19, provocó un impacto en el aprendizaje infantil sin precedentes.
Igualmente, casi 1 de cada 3 niños y niñas menores de 5 años que sí han tenido la oportunidad de recibir algún tipo de educación no obligatoria no tienen los conocimientos necesarios en alfabetización, aritmética, aprendizaje físico y socioemocional. Y mucho menos lo pequeños que viven en comunidades muy empobrecidas y que se quedan sin la oportunidad de ser escolarizados por la falta de prestación de servicios públicos como privados.
Con todo este contexto, era y es necesario llevar a cabo iniciativas que impulsen el aprendizaje efectivo de los más pequeños. Por eso, en algunos de los barrios más desfavorecidos de Bangladesh, tenemos los Centros de aprendizaje comunitario. Espacios en los que, a través del juego, los niños y niñas ganan confianza en ellos mismos lo que les permite adquirir mejor los conocimientos necesarios para poder seguir las clases en la escuela.
Este año conocimos a la pequeña Arpita de siete años. La niña llegó a nuestro centro de Barta derivada por uno de sus profesores de su escuela que decía no podía seguir con normalidad las clases. Cuando fue admitida, no quería jugar con otros compañeros de clase y tampoco compartía ninguna solución de sus clases de matemáticas y lengua con sus compañeros.
Una de las profesoras de nuestro centro desempeñó un papel clave para cambiar esta dinámica. Consiguió que la pequeña participara en todas las actividades en grupo del centro como canto, concursos artísticos, de caligrafía, de matemáticas o de lectura, estudio en grupo, intercambio de experiencias de aprendizaje y también juegos. Aunque al principio se mostraba tímida y solía llorar cuando se enteraba de que iba a ir a nuestra escuela, poco a poco se fue sintiendo cómoda y confiada con sus compañeros. Además, uno de los profesores del centro, visita frecuentemente su hogar para charlar con sus padres y hacer sesiones de crianza en positivo.
Todo este trabajo ha dado resultado. Hoy Arpita es una niña feliz que adquiere los conocimientos que le tocan por edad: "Me gusta mucho el centro de aprendizaje. Aquí las clases son muy divertidas. Además de leer y escuchar, todos podemos jugar juntos a rimas, canciones, poemas, bailes y juegos divertidos. Ahora me gusta mucho leer. Algún día, cuando sea mayor, quiero ser una gran maestra".
Sus profesores están muy orgullosos del trabajo que han hecho y hasta dónde ha conseguido llegar la pequeña, y así nos lo cuentan: “Arpita se está adaptando y aprendiendo día a día gracias al trabajo conjunto de los profesores, de la propia Arpita y de sus compañeros. Ahora tiene confianza en sí misma y rinde bien en las sesiones de aprendizaje".
Su familia, formada por sus padres y su hermano menor, también están muy contentos con el resultado. Su madre, nos detalla cómo de bien se relaciona ahora su hija y todo lo que ha aprendido: "Cuando Arpita vuelve del centro, comparte todo lo que ha aprendido con sus vecinos. Es capaz de contar cuentos, recitar poemas, cantar y bailar y resolver cualquier tipo de problema de matemáticas o leer con fluidez". Su padre, por su parte, nos cuenta lo sorprendido que está y la gratitud que siente: “El cambio que ha experimentado mi hija en tan poco tiempo es sorprendente. Estoy muy agradecido a Educo”.
Nosotros, por nuestra parte, seguiremos trabajando para que los progresos de la pequeña Arpita puedan ser los de más niños y niñas que realmente lo necesitan. Porque, como todo en la vida, solo se trata de que nos den la oportunidad.
Autoestima , Bangladesh , educación , juego , Jugar , motivación
Conoce quiénes somos, qué hacemos y por qué lo hacemos.
Recibe nuestra newsletter con todas las novedades.
¿TE IMAGINAS ABRIR LA NEVERA Y VERLA VACÍA?
COLABORAEs la realidad de miles de familias en España. Colabora con las BECAS COMEDOR.
¿TE IMAGINAS ABRIR LA NEVERA Y VERLA VACÍA? Es la realidad de miles de familias en España. Colabora con una BECA COMEDOR para que sus hijos tengan garantizada una buena alimentación.