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Escuchemos a la infancia para cumplir con sus derechos y construir una sociedad más justa

Escuchemos a la infancia para cumplir con sus derechos y construir una sociedad más justa

junio 23, 2020

La infancia siempre ha formado parte de los colectivos sociales silenciados, a los que ni se les oye ni se escucha. Unas veces porque se entiende que no tiene la madurez o la capacidad suficientes para participar en las decisiones que, individualmente o como colectivo, les puedan afectar; otras veces porque se asume que la infancia no tiene nada de interés que decir frente a la opinión experimentada de los adultos. Sin embargo, el derecho de niños y niñas a ser escuchados se recoge en la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y no escuchar a niños y niñas supone incumplir sus derechos.

El artículo 12 de la CDN (1989) dice: «1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio, el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño. 2. Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado, en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño».

La Convención sobre los Derechos del Niño es trasgresora por muchas cuestiones, pero fundamentalmente por haber modificado la forma de entender el trato a niños y niñas. Desde su aparición, promueve la idea de que la infancia es un colectivo sobre el que se toman decisiones y los niños empiezan a ser considerados como sujetos de derecho y de derechos.

La mejor forma de demostrarlo es proclamar alto y claro su derecho a ser escuchados en todas las decisiones que les puedan afectar. Escuchar a niños y niñas es un paso adelante en el proceso de considerarlos sujetos de derecho y de derechos.

La escucha es, sobre todo, un potente instrumento de desarrollo personal. Sentirse escuchado es sentir interés por lo que somos, pensamos, hacemos o decimos.

Ahora bien, para que los niños y niñas se sientan realmente escuchados es preciso no solo que se abra un espacio para la escucha, sino también que sienta que se le está escuchando, que se le presta atención. La escucha activa requiere práctica y sobre todo cambio en nuestras propias actitudes. Es necesario tener un sincero interés por la persona interlocutora y disposición para renunciar a nuestra forma personal de ver el mundo. Es decir, abrirse a interpretar y ponerse en el lugar de los demás y dar posibilidad a cambiar también nuestro pensamiento inicial.

Ser escuchados es un derecho, y además es una condición necesaria para la práctica democrática en la que niños y niñas ejercen su participación y su ciudadanía activa. Al igual que la escucha, la participación da a la persona el sentido de sí misma. Participar implica necesariamente relacionarse con otros, ser parte de la sociedad.

Hablar de escucha y participación implica valorar a la persona en primer plano. La escucha es, sobre todo, un potente instrumento de desarrollo personal. Sentirse escuchado es sentir interés por lo que somos, pensamos, hacemos o decimos; es sentirse parte del grupo y desarrollar un sentido de pertenencia.

Niños y niñas merecen ser escuchados con atención, dando importancia a sus palabras, con respeto, con amor, sin paternalismo y reconociendo sus derechos y capacidades. Tenemos que escuchar con la mente abierta para trabajar de forma cooperativa con ellas y ellos para luchar por una sociedad más justa para todas y todos.


Ayúdamos a que más ninos y niñas estén en la escuela, es su derecho

activa la escucha , educación , empatía , escucha , España , Infancia , protección

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