El 20 de noviembre celebramos el Día Universal del Niño, una fecha que conmemora la Convención sobre los Derechos del Niño, el acuerdo internacional que protege a la infancia. En sus artículos 28 y 29 se establece que todos los niños y niñas tienen derecho a recibir una educación de calidad, pero este derecho se vulnera cada día en muchos lugares del mundo.
Guerras, desastres naturales, crisis climáticas y pandemias están dejando a millones de estudiantes fuera del aula. Y cuando una escuela cierra, no solo se interrumpe el aprendizaje: se pierden espacios de protección, juego y oportunidades de futuro.
En nuestra ONG Educo defendemos una idea sencilla pero urgente: la educación no puede parar, tampoco en situaciones de emergencia. Por eso, trabajamos en todo el mundo para que las escuelas sean espacios seguros, incluso en medio de los conflictos o los desastres.
El derecho a aprender es uno de los primeros que se pierde cuando estalla una crisis, y uno de los últimos que se recupera. Los datos hablan por sí solos:
6.000 ataques a la educación en todo el mundo entre 2022 y 2023.
400 millones de estudiantes afectados por fenómenos climáticos entre 2022 y 2024.
1.600 millones de estudiantes que perdieron clases durante la pandemia.
La pobreza educativa alcanza ya al 70% de los niños y niñas de países de ingresos bajos y medios.
Las escuelas son atacadas, ocupadas por fuerzas armadas o destruidas por huracanes, incendios o inundaciones. Y cuando desaparece el aula, desaparece también un entorno que protege frente a la violencia, el trabajo infantil o el matrimonio precoz.
En muchos de los países donde trabajamos, la infancia vive entre amenazas constantes que ponen en riesgo su educación. En Gaza, el 96% de las escuelas están cerradas: más de 13.500 estudiantes han perdido la vida y 785.000 niños y niñas no pueden ejercer su derecho a aprender. En Ucrania, desde 2022, cientos de centros educativos han sido destruidos o utilizados como refugios, y más de 5 millones de estudiantes siguen sin acceso regular a la escuela.
En el Sahel —que abarca Burkina Faso, Mali y Níger— la violencia ha provocado el cierre de 8.400 escuelas, dejando a 3 millones de alumnos sin clases y a 1 millón de niñas fuera del sistema educativo por miedo a los ataques. En Bangladesh, los ciclones, las inundaciones y las olas de calor han interrumpido la educación de 35 millones de niños y niñas, mientras que en Filipinas, los tifones y las erupciones volcánicas han causado 23 cierres escolares en solo dos años.
También en España los riesgos son reales: más de 1.000 centros educativos se ubican en zonas inundables y, tras la DANA de 2024 en Valencia, más de 100 escuelas resultaron afectadas, algunas con daños estructurales graves.
Trabajamos en 14 países para garantizar que los niños y niñas sigan aprendiendo, incluso en las circunstancias más difíciles. Lo hacemos combinando educación, protección y respuesta humanitaria. Estos son algunos ejemplos de nuestro trabajo:
En La Palma, tras la erupción del volcán, ofrecimos apoyo psicoeducativo a niños y niñas que lo perdieron casi todo. Creamos espacios seguros durante las navidades, organizamos campamentos y facilitamos desayunos y almuerzos saludables.
En Valencia, tras la DANA de octubre de 2024, dimos apoyo psicosocial a más de 600 niños y niñas, además de repartir kits de higiene, agua limpia y comida, y ofrecer actividades y campamentos para que pudieran desconectar del barro y la emergencia.
En Filipinas, respondemos con rapidez ante tifones, erupciones volcánicas e inundaciones, rehabilitando escuelas y adaptándolas para resistir futuros desastres.
En Bangladesh, frente a amenazas como ciclones o terremotos, formamos a docentes y estudiantes, creamos grupos juveniles y desarrollamos planes de contingencia en más de 80 escuelas.
En Bolivia, impulsamos una transición ecológica desde la escuela, con la juventud como protagonista.
En el Sahel, ofrecemos clases de refuerzo adaptadas al ritmo de cada estudiante, distribuimos kits escolares para estudiantes desplazados, capacitamos a los profesores en métodos de enseñanza inclusivos y adaptados, y creamos escuelas seguras para evitar que los estudiantes abandonen sus estudios.
Cada acción tiene un mismo propósito: convertir la escuela en un refugio, incluso cuando todo a su alrededor se tambalea.
Las escuelas deben proteger, no poner en peligro. Por eso, desde nuestra ONG Educo pedimos al Gobierno de España que se adhiera a la Iniciativa Mundial para Escuelas Seguras (WISS) y garantice:
Infraestructuras seguras y resilientes ante emergencias.
Planes de gestión de riesgos en todos los centros educativos.
Formación del profesorado y educación sobre desastres.
La infancia no puede esperar. Convertir las escuelas en espacios seguros salva vidas hoy y asegura oportunidades mañana.
Porque educar cura. Firma AQUÍ para que en España las escuelas sean seguras.
Derechos de imagen: ©EFE Ana Escobar
Bangladesh , Bolivia , DANA , educación , educación en emergencias , escuelas seguras , España , Filipinas
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