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Niños esclavos en Bangladesh: una realidad de 2022

Niños esclavos en Bangladesh: una realidad de 2022

junio 12, 2022

La Encuesta Nacional de Trabajo Infantil que realizó Bangladesh en 2013 estimó que hay 3,45 millones de niños y niñas trabajadores en Bangladesh, y de entre ellos, 1,28 millones realizan trabajos peligrosos. La mayoría de los niños trabajadores (el 94,85%) realizan trabajos de la llamada economía informal, es decir, trabajos sin contrato y pagos que no quedan reflejados en ninguna parte, lo que se conoce como pagos en negro o en B. Además, un 61% de los niños trabajadores no están escolarizados. 

Diferentes investigaciones muestran que las principales causas del trabajo infantil en Bangladesh son varias y diversas como la pobreza de los hogares, la falta de oportunidades de empleo para los adultos, la demanda de mano de obra infantil barata, la falta de escuelas y de un entorno de aprendizaje apropiado, los elevados costes de la educación o la ignorancia de los empleadores y los tutores sobre los efectos negativos del trabajo infantil, entre otros.  

Además, la sociedad bangladesí en su conjunto acepta el trabajo infantil y, por tanto, permite que los niños trabajen a una edad temprana a pesar de conocer sus nefastas consecuencias. No existe ninguna iniciativa o esfuerzo eficaz y continuo para cambiar esta mentalidad y abordar la causa principal del trabajo infantil; en consecuencia, se sigue promoviendo y los padres o tutores de los niños trabajadores suelen ignorar la peligrosa situación a la que están expuestos estos niños.  

Trabajar en condiciones de esclavitud 

Es por este motivo que hay tantos niños y niñas atrapados en trabajos peligrosos de diversos sectores como el torno, la soldadura, las pequeñas industrias manufactureras, la recogida de basuras, el transporte, el procesamiento de pescado seco, el trabajo doméstico o la hostelería. Y todos ellos en condiciones de casi esclavitud, con trabajos de más de 12 horas y sueldos míseros.  

Arif, con tan solo 12 años, tiene una jornada laboral de 14 horas: “Trabajo como ayudante de un autobús. Los ingresos varían de un día a otro, a veces son 700 takas al día (7 euros), y otras veces gano solo 100 takas (1 euro) sirviendo durante 14 horas seguidas”. 

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También Sumaya con 13 años lo está viviendo.Trabajó como empleada doméstica y ahora es vendedora de una tienda de ropa. Así ayuda a su familia y asegura una comida al día: “El horario de trabajo es muy largo y tengo que estar de pie la mayor parte del tiempo. Mis jefes también me regañan si cometo algún error, pero es mejor que mi anterior trabajo. Al menos no me maltratan físicamente. No puedo permitirme perder este trabajo porque es muy difícil encontrar otro en las circunstancias actuales (la pandemia mundial por coronavirus)". 

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Arif y Sumaya son solo dos ejemplos de una realidad que encoje el estómago de quien la conoce. Niños y niñas que se ven privados de sus derechos básicos y que demasiado a menudo están expuestos a explotación mental, física y moral. Y así lo demuestran los datos que reveló uno de nuestros estudios realizado en 2019: 

  • Casi la mitad de los niños y niñas de Bangladesh (46,94%) trabajan como empleados domésticos y están siendo sometidos a lesiones físicas. 

  • El 35,51% sufre malestar mental, el 68,49% está sometido a regañinas por parte de sus empleadores y el 17,14% expuesto a torturas físicas.  

  • Más del 80% de los niños trabajadores no tienen acceso a unos servicios sanitarios adecuados.  

Aunque ya se han adoptado varias leyes y políticas relacionadas con el trabajo infantil, existen algunas lagunas en la legislación y políticas nacionales, así como incoherencias con los convenios internacionales. Las leyes y políticas nacionales permiten que los niños trabajen, lo que contradice el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil de la OIT y el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 8.7.  

La Ley del Trabajo se aplica principalmente a los empleados del sector formal, pero la realidad es que casi un 95% de niños y niñas trabajadores trabajan en el sector informal, así que no están protegidos por esta norma. Además, la ley no contiene ninguna disposición que castigue de manera contundente por usar mano de obra infantil.   

Sus responsabilidades familiares no pueden pesar más que sus sueños 

Desde el año 2000 y junto a oenegés locales supervisamos a los niños y niñas que tienen que trabajar en los sectores más peligrosos, tanto urbanos como rurales, con especial atención a los trabajos domésticos, el sector del transporte, el procesamiento de pescado seco y los sectores de recolección y procesamiento de camarones y cangrejos. No podemos evitar que los niños trabajen, pero a pesar de que tengan que hacerlo, podemos intentar escolarizarlos.  

Por ello, dedicamos todos nuestros esfuerzos a hablar con empleadores, padres o madres de familia para garantizar la educación básica de estos niños y niñas trabajadores o, en el caso de los adolescentes, que reciban formación profesional. También realizamos campañas de sensibilización a nivel local y nacional para cambiar la mentalidad tradicional de la sociedad respecto al trabajo infantil y que esto se traduzca en una aplicación efectiva de leyes y políticas. 

Arif es uno de estos niños que han conseguido compatibilizar su jornada laboral con los estudios gracias al trabajo de sensibilización de los profesores de una de nuestras escuelas para niños trabajadores de Bangladesh con la familia del niño. Hoy sigue en la escuela: “Convencieron a mis padres para que dejara de trabajar como ayudante de autobús, ya que era un trabajo muy arriesgado y agotador”. 

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Sumaya, en cambio, no ha tenido tanta suerte. Cuando le preguntamos qué opina sobre que los niños trabajen se muestra decepcionada pero realista: “El trabajo infantil puede parecer muy malo, pero es nuestra realidad. Si no trabajo, mi familia morirá de hambre. Con mis ingresos estoy pagando el alquiler de nuestra casa y asegurando la comida para mí y para mi madre. Si no tuviera la posibilidad de trabajar, definitivamente moriríamos de hambre. Por eso sigo trabajando en la tienda”. Sumaya no quiere volver a trabajar como empleada doméstica. Sueña con volver a estudiar, pero sus responsabilidades familiares pesan más que sus sueños. 
  
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Acabar con el trabajo infantil no va a ser fácil, es una tarea ardua y de largo recorrido que llevamos a cabo desde hace 20 años en Bangladesh, y que poco a poco va dando sus frutos. Actualmente, ya son más de 2.500 niños y niñas trabajadores que han podido dejar de trabajar para continuar con su educación. Además, hemos establecido buenas relaciones de trabajo con el gobierno bangladesí quien ha formulado recientemente el Plan Nacional de Acción para el Trabajo Infantil y ha revisado la lista de trabajos peligrosos con la inclusión de los trabajos domésticos y el sector de procesamiento de pescado seco. Asimismo, muy recientemente, han ratificado el Convenio C138 de la OIT, que pide a los estados que revisen la edad mínima de admisión al trabajo. Sin embargo, todavía tenemos que seguir esforzándonos para conseguir que todos estos avances se mantengan en el tiempo y se conviertan en una realidad.


Ayúdanos a conseguir un millón de comidas antes de que cabe el año.

Bangladesh , derecho a la educación , educación , esclavitud , escuela , niños trabajadores , Trabajo infantil

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