Carlos Chamorro decidió ser maestro tras una conversación con su padre: “¿Por qué no te dedicas a la docencia? Así podrás ayudar a cualquier persona a ser lo que quiera ser, sean maestros, enfermeros, médicos, barrenderos… todos pasan por la escuela”. La propuesta de su padre le convenció y ya lleva ejerciendo más de 11 años, aunque como él dice “parece que fue ayer”. Actualmente es docente y coordinador del área de Educación Física del colegio público Cristóbal Colón de Villaverde Alto, en Madrid, desde donde actualmente impulsa el proyecto Piefcitos y su colaboración con nuestro programa de becas comedor de Educo.
¿Qué es lo que más disfrutas de tu profesión?
El trato con el alumnado. Verlos día a día superarse, ver cómo van evolucionando y hacen cosas que antes no se veían capaces de hacer. El mayor reto es concienciar a las familias de lo que es realmente la Educación Física, que no lo confundan con lo que muchos llaman gimnasia. No son solo pelotas y cuerdas, sino también aprender a conocer el cuerpo, hábitos de vida saludable, habilidades y destrezas que mejoran las capacidades físicas, ya no para correr más, sino para saber cómo hacerlo mejor.
¿Cómo es el barrio donde está la escuela?
Villaverde Alto es un barrio obrero, de familias que tienen unos ingresos medio-bajos. Contamos con familias de todo tipo, familias que no tienen ningún problema para llegar a final de mes y también familias que tienen más problemas y otras que han visto agravada su situación con el coronavirus, porque se encuentran en ERTE o los han despedido.
¿Cómo lo están viviendo las familias?
La verdad es que el mensaje es de agobio, de angustia. Algunas mamás no saben cuándo van a salir del ERTE y reciben una oferta de trabajo, pero debido a que están en esa situación no pueden cambiar. Son situaciones muy complicadas en las que tal vez son varios miembros de la familia los que se encuentran en esa situación y no saben cómo sacar adelante a los más pequeños, que son los más vulnerables.
Si el curso escolar está saliendo adelante es gracias a las familias, el alumnado y los equipos docentes
¿Te imaginabas vivir una crisis así?
¡Uf! La verdad es que no. No entraba en ninguno de mis planes ni en ninguna de mis peores pesadillas. Es una situación que nos toca vivir, que poco a poco vamos viendo cómo mejorar, sobrellevar, con el uso de la mascarilla, la higiene de manos, la distancia… Espero que el virus coja la puerta de salida y se vaya rápido para poder recuperar un poco, aunque sea algo, de la vida que teníamos antes.
En la escuela ¿qué retos habéis tenido que asumir para apoyar a los estudiantes?
En el mes de marzo, de la noche a la mañana, cerramos las puertas y tuvimos que iniciar unas clases online para las que no estábamos preparados. Tuvimos que ir enseñando poco a poco a los alumnos y poco a poco aprendiendo nosotros. Otro reto fue sin duda la brecha digital. En septiembre tuvimos que empezar de cero, cambiar los protocolos de entrada y salida, los espacios, la biblioteca o el comedor, por ejemplo, se han tenido que transformar en aulas. Tengo que decir que gracias a la voluntad de las familias y del alumnado el cambio no ha sido tanto como esperábamos.
¿Cómo ayudáis a las familias que tienen más dificultades para llegar a fin de mes?
Desde el cole intentamos facilitar lo más que podemos los trámites administrativos para acceder a becas u otras ayudas. Tenemos un grupo de Telegram donde comunicamos cuándo salen las convocatorias, qué papeles hay que hacer, incluso les ayudamos a rellenarlos, y también hacemos el seguimiento de las familias que sabemos que son más vulnerables y les prestamos la atención y la ayuda que desde nuestra posición como docentes y como centro educativo les podemos brindar. Hacemos todo lo que está en nuestra mano.
¿Cómo crees que se está gestionando la educación durante esta crisis?
Es verdad que había que ver la evolución de la pandemia, pero creo que se ha gestionado muy tarde. Los centros educativos empezamos el curso realmente sin saber nada, sin apoyo. Hemos tenido que crear protocolos de contingencia y actuación sin ser médicos ni epidemiólogos, somos simples maestros que intentamos tirar de sentido común y facilitar el acceso del alumnado y las familias al curso escolar. Nos hemos sentido un poco desprotegidos. Si el curso escolar está saliendo adelante no es gracias a las administraciones ni a los gobiernos ni a las consejerías de Educación, es gracias a las familias, al alumnado y a los equipos docentes, que estamos luchando por que los centros sean seguros, con los medios que contamos, y sobre todo con las ideas que podemos aportar en función de la realidad educativa que vivimos.
Como dijo Galeano, muchas personas pequeñas en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo.
¿En qué consiste el proyecto Piefcitos?
El camino de Piefcitos busca fomentar y mejorar hábitos de vida saludable con el segundo objetivo de luchar contra la obesidad infantil. El proyecto tiene cuatro ejes: actividad física, reciclaje y desarrollo sostenible, fomento lector y alimentación saludable. A través de estos cuatro ejes y diferentes actividades el alumnado va consiguiendo km saludables que les ayudan a recorrer puntos de la geografía española, donde están los centros educativos adheridos al proyecto, y así ir conociendo distintas costumbres, tradiciones, deportistas destacados… Tiene una estructura parecida al camino de Santiago, con un recorrido y unos sellos que vamos registrando en un pasaporte que nos permite ver nuestra evolución. Trabajamos muchos contenidos, no solo de Educación Física, sino también de Matemáticas, con el uso de distancias y medidas; Lengua, con topónimos o gentilicios; Ciencias Sociales y Naturales, con la estructura del país y la belleza de los rincones en los que se divide.
¿Cuántas escuelas participan?
El año pasado éramos 198 centros educativos y 35.640 familias de toda España involucrados desde todas las etapas de educación infantil, primaria, secundaria y bachillerato y formación universitaria. Este año somos menos centros, pero llegamos a más de 42.000 familias. Eso nos motiva a seguir potenciando hábitos de vida saludable y, sobre todo, seguir creyendo que, por muy pequeño que sea el cambio, gracias al proyecto lo estamos consiguiendo. Tal como dice Eduardo Galeano, y nosotros adoptamos como lema, “muchas personas pequeñas en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”. Y nosotros con este proyecto estamos en el camino de hacerlo. Así que desde aquí animamos a cualquier docente que se quiera unir que se ponga en contacto con nosotros porque merecen mucho la pena los cambios que hemos visto en muchas personas y muchas familias.
¿Qué os llevó a colaborar con Educo?
Estábamos buscando acciones solidarias en las que colaborar y uno de los compañeros del proyecto, Adal Sempere, de un centro de Alicante, nos dio a conocer a la ONG Educo. Cuando entramos en contacto con vosotros nos gustó mucho la posibilidad de convertir nuestra labor en becas comedor y poder llevar ese alimento a las familias de los centros educativos que tienen situaciones más desfavorables y tienen dificultades para acceder a esa comida saludable que les sirva para desarrollarse. Estamos encantados con que, por ejemplo, el año pasado nuestra labor se tradujera en que 56 familias pudieran tener acceso a una beca comedor.
¿Seguiremos colaborando?
Ya hemos hablado para seguir fomentando esa colaboración y poder seguir transformando esos kilómetros en más becas comedor a través de carreras solidarias y rifas que nos puedan servir para mejorar la alimentación y la salud de las familias que más lo necesitan.
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