Kabir seguía bien las clases, también durante la pandemia, que eran por internet aunque tenían que ir a la escuela a buscar los materiales. Hasta que un día dejó de entregar sus trabajos y de estar conectado. La directora del colegio lo llamó para verlo en persona y saber qué estaba pasando: "Cuando vi las manos ennegrecidas y ásperas de Kabir supe que había empezado a trabajar. Al preguntarle, admitió tímidamente que trabajaba en un garaje". Con solo 12 años Kabir dejaba sus estudios para ponerse a trabajar de mecánico...
La directora se puso en contacto con una persona de nuestro equipo para que convenciera al joven de que retomara sus estudios, sin embargo, Kabir se negó: "Tengo que ir a trabajar al garaje de 8 de la mañana a 7 de la tarde. No tengo tiempo para ir al cole". No nos rendimos y nos reunimos con la madre del niño para ver qué estaba pasando.
"Durante los meses de confinamiento y cierre de las escuelas, mi hijo no tenía adónde ir, así que se pasaba el día de aquí para allá por la calle con chicos más mayores que él. Aprendió palabrotas, no estudiaba nada e incluso llegó a consumir drogas. Así que lo mejor para él fue que empezara a trabajar en el garaje. Su padre y yo vamos todos los días a trabajar y no hay nadie que se pueda ocupar de él", nos relataba su madre.
Nuestro equipo de Educo India decidió reunirse con el dueño del garaje para enfocar la situación de otro modo, pero este refutó las afirmaciones de Kabir: "El niño viene unas horas a aprender. No trabaja conmigo y no cobra". Sin embargo, Kabir seguía manteniendo que sí cobraba y que tenía su propio dinero para gastar, algo que se demostró ser cierto cuando hablamos con otros padres de la comunidad que afirmaban que el niño trabajaba en el mismo taller entre 8 y 9 horas diarias y que le pagaban.
Así que notificamos a los órganos correspondientes de la India acerca de esta práctica y Kabir fue retirado del trabajo de inmediato y el propietario del garaje se comprometió por escrito a no emplear a ningún menor de 14 años. Pero su madre lo envió a su pueblo natal, alejándolo de Pune, donde estaba su escuela. Así que hablamos de nuevo con su madre para convencerla de que el mejor lugar para el niño era la escuela. Kabir también se mostraba reacio a retomar sus estudios porque quería seguir ganando dinero.
Y tras continuas interacciones y asesoramiento, Kabir regresó a Pune hace dos años y retomó sus estudios. Hoy es constante y no falta ningún día: “El dinero llega cuando empiezas a trabajar, pero me he dado cuenta de que si haces trabajos manuales tienes que hacerlos el resto de tu vida; en cambio, si vas a la escuela, puedes tener mejor vida más adelante porque puedes convertirte en el dueño de tu garaje”, afirma.
La madre de Kabir comprueba regularmente sus progresos y se alegra de que esté alejado de las malas compañías y estudie. Kabir le asegura con una sonrisa: "¡Juego con mis amigos y aprendo solo lo bueno!".
educación , India , La India , Pobreza , Pobreza infantil , Trabajo infantil
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