Una guerra siempre es un fracaso para la humanidad, pero especialmente porque tiene un impacto desgarrador en los niños y niñas, que no entienden por qué tienen que vivir ese horror. Solo ven como su pequeño mundo se desmorona, sienten el miedo de oír las bombas caer a su alrededor sin saber en qué momento les puede tocar a ellos. La angustia emocional y psicológica, si es que salen con vida, les puede dejas cicatrices profundas y duraderas a lo largo de toda su vida.
Estos días lo estamos viendo cada día al encender la televisión o poner la radio. La guerra de Gaza es insoportable. Desde que estalló el conflicto, un niño de Gaza muere cada 10 minutos, según UNICEF y la UNWRA. Un drama humanitario que el secretario general de la ONU, António Guterres, define con contundencia: “Gaza se está convirtiendo en un cementerio de niños”. Hasta la fecha ya han fallecido más de 4.200.
Pero también corre por las redes un vídeo que define a la perfección lo que es la esencia de un niño o una niña. Por el estrecho pasillo de un colegio, convertido hoy en refugio, corren un grupo de niñas y niños, riendo alegres, transportando a un bebé en una sillita. Imitan lo que ven a diario: como los adultos que tienen a su alrededor transportan víctimas o cadáveres. Esa es la esencia de un niño: inocencia y juego. Hacen del drama un juego, porque un niño aprende jugando, y eso es lo que está aprendiendo. Son niños y niñas atrapados en una realidad que no merecen.
La educación es muy valorada por las familias en Gaza. "Los estudiantes regresan a casa y tratan de estudiar, a menudo con la luz de una vela, porque no hay suficiente electricidad. Y, sin embargo, tienen ese increíble deseo y compromiso con su educación”, explica Pernille Ironside, jefe de la oficina de UNICEF en la Franja de Gaza. Para ellos es la única salida a una realidad que los ahoga, la única esperanza para salir de un conflicto que parece que no va a terminar nunca.
Desde Educo pedimos un alto el fuego permenente inmediato, la tregua debería alargarse y ser definitiva. Pedimos, sobre todo, ayudar a las personas atrapadas en este conflicto mortal, especialmente a los niños, niñas, ancianos o mujeres embarazadas. La seguridad, protección y bienestar de todos los civiles debe ser la prioridad de todas las partes de acuerdo con el derecho internacional humanitario. Impedir el acceso humanitario en este o en cualquier contexto es contrario al Derecho Internacional Humanitario y causa un mayor deterioro de la crisis humanitaria, que afecta de manera desproporcionada a los niños y niñas. Por eso pedimos el acceso humanitario en Gaza porque:
La población civil se enfrenta a una grave escasez de alimentos y agua potable y a un colapso total de los servicios sanitarios de urgencia. Ninguno de los centros médicos de la zona norte de Gaza puede funcionar con normalidad.
Los niños y niñas representan el 47% de la población de Gaza y se ven desproporcionadamente afectados por el colapso de los servicios sanitarios y la falta de alimentos y agua potable.
Debe permitirse la entrega de alimentos, agua, combustible y suministros esenciales, incluidos suministros médicos.
Es evidente que este conflicto no se puede resolver por la fuerza. La comunidad internacional debe trabajar eficazmente con las partes en conflicto para alcanzar un alto al fuego duradero. Desde Educo, hasta que esto suceda, queremos ayudar a un millón personas, en particular, mujeres, niños, niñar y adolescentes, a través de ChildFund, la alianza de la que formamos parte.
Así, a través de WeWorld, presente en la zona desde 1992, por el momento entregaremos: artículos básicos no alimentarios para salvar vidas, agua, kits de higiene de emergencia y combustible para el funcionamiento de las estaciones de bombeo de agua. Una respuesta que iremos adaptando en función del desarrollo de los acontecimientos y de las necesidades humanitarias más urgentes y no cubiertas.
La guerra de Gaza no solo destruye edificios y vidas, sino también los cimientos mismos de la infancia. Es crucial no solo detener el conflicto, sino también brindar apoyo psicológico, educativo y humanitario para los niños y niñas de Gaza. Solo así podrán sanar y vivir una vida sin traumas. Y es que el mundo tiene mucho que sanar, pero, sobre todo, mucho que aprender.
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