A lo largo de de su historia, Guatemala ha sufrido un sinfín de terremotos, algunos de ellos terriblemente mortíferos para sus habitantes. Pero ¿por qué tiembla Guatemala? Porque el territorio de este país centroafricano está situado sobre tres grandes placas tectónicas: la de Norteamérica, la del Caribe y la de Cocos, y los movimientos entre estas tres provocan un gran daño en la superficie. Tanto es así, que sufre una media de entre 1000 a 3000 movimientos sísmicos al año, aunque de ellos solo unos 180 son sensibles para la población.
Dice la sabiduría popular, sabia donde las haya, que es mejor prevenir que lamentar. Lo cierto es que cuando se desata algún desastre natural, poco podemos hacer para detener a la fuerza de la naturaleza, pero sí podemos estar preparados para que la población sufra lo menos posible.
Y eso es lo que hacemos en Guatemala: preparar a los niños y niñas que están en la escuela, así como a todo el profesorado, para que reaccionen de la mejor forma ante posibles terremotos y evaluar la respuesta para ver si hay posibles mejoras. Porque para Educo la protección de la infancia es una de nuestras prioridades.
Y no lo hacemos solos, sino con todos los actores implicados como bomberos voluntarios, el área de salud del Quiché y la organización social Tierra Nueva ONG.
El último de ellos fue en la Escuela Oficial Rural Mixta del Cantón Chuisiguán, en el Quiché. Así, verificamos la forma de llevar a cabo el plan de respuesta para la seguridad escolar así como las funciones y las medidas de respuesta del comité escolar de gestión de riesgo. Solo así podemos ver cómo se puede mejorar la respuesta de todos los implicados.
El simulacro se realizó mientras los maestros y estudiantes estaban en clase. Se activó la alarma de terremoto y de inmediato cada maestro aplicó las medidas de seguridad y trasladó a sus estudiantes hasta el punto de reunión en una zona segura.
También simulamos cómo debe de ser la atención a los heridos. Un grupo de niños y niñas, los más mayores, interpretaron el rol de los equipos de rescate. “Estaba nervioso por salir de aquí. Hay que tener cuidado y caminar por donde no haya cosas que caigan sobre la cabeza. Es importante salir con calma”, nos contaba Víctor, uno de los niños que participaron en el simulacro.
Keily Alejandra, una de las estudiantes que participó, nos contaba que al principio se sentía nerviosa y tenía miedo cuando sonó la alarma, pero sus compañeros le ayudaron a mantener la calma y a conocer las medidas de seguridad.
La intención de verificar el plan de acción es que exista una correcta coordinación entre las autoridades y los docentes, pero que también los niños y niñas comprendan y reaccionen bien para salvar sus vidas. Los heridos se trasladan a los centros médicos y son los profesores quienes deben avisar a la familia.
Tras el simulacro se realizó una reunión de evaluación con todos los participantes para ver si había margen de mejora. Los bomberos voluntarios recomendaron el uso de mochilas para cubrirse y colocar un listado de los estudiantes en la puerta de las aulas. El director de la escuela se mostró muy satisfecho de que hagamos este tipo de actividades y acompañamiento, necesario para mejorar. El personal de la escuela, por su parte, recomendó poder contar con más equipos como camillas y desde Educo ofrecimos consejos de organización, como conocer las medidas, informar a los estudiantes y replicar la información no solo en la escuela sino también en los hogares.
A través de la coordinación y el compromiso de todos los actores involucrados, se ha logrado recrear un escenario que simula las condiciones de un sismo y permite evaluar la capacidad de respuesta de la comunidad escolar.
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