Que hay que cuidar del lugar en el que uno vive es algo que si lo extrapolamos a nuestros hogares no hace falta recordar: nadie nos tiene que decir que la basura se pone en un cubo y se recicla, en lugar de tirarla por el suelo, o que el agua con la que nos duchamos tiene que estar limpia; porque somos conscientes de que no es la manera de vivir y nos genera incomodidad.
Sin embargo, cuando pensamos en la casa de todos, en nuestro planeta Tierra—el único del sistema solar que puede albergar vida por su clima tan óptimo: ni demasiado frío, ni demasiado caliente—, no pasa de la misma manera. No pensamos en que el planeta puede convertirse en un lugar inhóspito y hostil si no lo cuidamos. Si no protegemos el lugar en el que vivimos y en el que crecerán nuestros hijos o nuestros nietos, la vida puede acabar.
En los últimos años estamos viendo que la necesidad de cuidar el planeta crece exponencialmente ya que los fenómenos climatológicos extremos aumentan en intensidad y frecuencia: ciclones, inundaciones, olas de calor o el deshielo de los polos que está provocando el incremento del nivel del mar y la pérdida del hábitat de muchas especies animales.
Pero es que, además, todos estos fenómenos están afectando al derecho a la educación de miles de niños y niñas de todo el mundo. Por poner un ejemplo, Asia ha sufrido una reciente ola de calor extremo que ha provocado el cierre de las escuelas en muchos de los países afectados en los que trabajamos, como Bangladesh o India. En este último país, los niños y niñas han perdido dos meses de escolarización en lo que va de año.
Esta semana, en concreto el día 5 de junio, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, y desde nuestra ONG Educo queremos explicarte lo que hacemos desde hace años para incorporar el cuidado del planeta en nuestros proyectos. Enseñamos a niños, niñas, adolescentes y a sus familias cómo cuidar de la tierra y cómo adaptarse al cambio climático, puesto que, en algunos lugares, como en Bangladesh, el mar está ganando terreno a la tierra y hay que buscar alternativas para cultivar alimentos que aguanten esta salinización.
Kajol es una madre de familia en Barguna que ha sido formada por Educo. "La situación económica de mi familia no era buena. Teníamos un poco de tierra pero no podíamos cultivar nada debido a la salinidad y el anegamiento. Recibí formación de Educo Bangladesh y aprendí a cultivar en el sistema Sarjan. Gracias a ello, la salinidad y el agua ya no son un problema", cuenta Kajol.
Tras la formación, se inspiró para emprender un proyecto de cultivo de limón sin semilla puesto que tolera la salinidad. Siempre bajo la tutela de un formador experto, preparó su tierra y plantó cincuenta árboles de limón sin semilla, así como verduras, calabaza y calabaza dulce. El huerto va dando sus frutos que después vende para ganar dinero mientras mantiene una alimentación sana para su familia. Ahora sueña con un futuro hermoso y se ha convertido en una inspiración para la gente del pueblo que acude a visitar su huerto.
En Cox´s Bazar, el campo de refugiados más grande del mundo, llevamos a cabo un proyecto para reducir el riesgo de desastres naturales y proteger a la infancia, en concreto a unos 12.000 niños, niñas y adolescentes que viven en este campamento. Organizamos simulacros de incendios y ciclones y para acelerar la reforestación de los campamentos plantaremos un total de 3.000 árboles para aumentar la resiliencia ante fenómenos climáticos dañinos. Los jóvenes que participan en este proyecto de concienciación social ya han plantado diferentes árboles como mango, gorjan, limón y varios tipos de árboles frutales y medicinales.
También en Senegal concienciamos a los más pequeños sobre la necesidad de cuidar del medioambiente y les enseñamos a plantar árboles. Gracias a la reforestación, se crean espacios con sombra en el patio que ayudan a mejorar el bienestar de los más pequeños en la escuela.
En Benín, concretamente en un pueblecito cerca de Sinendé, hemos instalado una fuente de agua potable en la escuela y hemos creado un huerto, que se puede regar con la misma fuente, para garantizar agua limpia para beber y lavarse las manos y la posibilidad de cultivar productos frescos para el comedor escolar.
Gracias a la cantina, se ha reducido de forma abismal el absentismo escolar. Lo cuenta con entusiasmo el director de la escuela: “Estamos en una región pobre, y muchos padres no se interesaban demasiado por la educación. Pero ahora ha cambiado todo. Cuando llegué a esta escuela hace ocho años, de 200 alumnos abandonaban 50 0 60, ¡casi un tercio! Desde que abrieron la cantina, no se ha registrado prácticamente ni un caso de abandono. Mejor aún. No es solo que los niños no se van al campo, es que ahora tenemos 286 alumnos. Si lo comparamos, cada año acaban el curso 140 alumnos más que cuando llegué. Y muchos niños son los primeros de sus familias que saben leer y escribir, así que es importante para la familia entera y para el país. ¡Es casi un milagro!”.
En América latina, el problema es el mismo. La situación climática preocupa: desde la terrible sequía que sufre Bolivia hasta los constantes huracanes e inundaciones que sufre Nicaragua. Fenómenos que tienen un impacto devastador en las comunidades vulnerables, especialmente en aquellas donde las condiciones de vida ya son precarias, y particularmente sobre los niños y niñas que pueden acabar separados de sus familias, perder sus hogares o sufrir la destrucción de su entorno.
María de Bolivia nos cuenta que antes de que nuestra ONG Educo empezara el proyecto en su escuela, los niños y niñas tiraban la basura al suelo y no había plantas. Ahora sus profesores les han enseñado a reciclar y a separar la basura en los diferentes contenedores de colores. “En mi casa también separamos los residuos, ponemos las botellas y bolsitas en un lugar y los papeles en otro y hay otras cosas que las reutilizamos. También pusimos plantas en la escuela, nosotros las regamos, cuidamos y las protegemos del frio”, explica la pequeña. Y nos recuerda que hay que cuidar del planeta: “No boten basura porque el planeta se contamina. Tenemos que cuidar de las plantas y los árboles porque son el pulmón del planeta”.
Elda, por su parte, vive en Nicaragua y es parte de una de las brigadas que hemos creado en Jinotega y Matagalpa para cuidar del medio ambiente. Niños, niñas y familiares sensibilizan a sus comunidades para que cambien prácticas que dañan el planeta, enseñan a hacer un uso racional del agua y a reciclar y reutilizar. “Yo nunca lo había notado, porque uno está acostumbrado, pero el agua muchas veces se desperdicia, y eso pasa en mi casa y en la escuela. Con el proyecto de Educo entendí que no es normal que en los ríos haya basura, tampoco es normal que quememos la basura, porque eso no solo enferma al ambiente, también a nosotros.”
“Es importante que todos los niños cuidemos de nuestro entorno, de nuestros árboles. Que depositemos la basura en su lugar y no desperdiciar agua. Es nuestro derecho vivir en una comunidad sana, pero también es nuestra responsabilidad. Aunque seamos niños, debemos cuidar y educar a los demás niños, a nuestros padres y vecinos sobre la importancia de cuidar a la naturaleza. Y lo más importante, aprender a reciclar todos los materiales para darles más de un solo uso”, concluye Uriel de 10 años de también participa en la Brigada.
Derechos de imagen: © Alfons Rodríguez / Educo
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