La crisis alimentaria que se está viviendo en la zona del Sahel tiene consecuencias muy graves en la educación de los niños y niñas. Además de afectar a la salud y el bienestar de la infancia, las dificultades para acceder a los alimentos inciden en su capacidad de aprendizaje. “Un niño que tiene hambre es un niño que, obviamente, no es capaz de seguir el ritmo de la clase”, explica Constance Hien, directora de la escuela Tasmin en la ciudad de Ouahigouya, en Burkina Faso. Hien explica que es complicado que todos los niños y niñas tengan una comida asegurada al día, pero gracias a la existencia del comedor escolar todos aquellos que acuden a clase finalmente tienen garantizada una comida diaria.
Desde 2012, la región africana del Sahel, y en particular las zonas fronterizas de Malí, Níger y Burkina Faso están afectadas por una grave crisis causada por diversos factores, principalmente los conflictos armados y las consecuencias del cambio climático, como largas temporadas de sequía o fuertes inundaciones. La guerra en Ucrania, que ha repercutido en una subida del 20% del precio de los suministros y mayor escasez de alimentos básicos, ha empeorado una situación que desde hace años está lastrando la vida de la población, especialmente de los niños y niñas. Más de 2,5 millones de personas han tenido que huir de sus países o trasladarse a zonas más seguras dentro de la región, y en las que aún pueden cultivarse alimentos, según los datos de Naciones Unidas.
En Burkina Faso, Níger y Malí, países en los que actuamos, más de 10 millones de personas no tienen acceso a los alimentos más básicos para sobrevivir. “La educación en una situación de emergencia como la que vive el Sahel está especialmente relacionada con la alimentación. Para poder garantizar la continuidad educativa, los niños y niñas deben recibir una alimentación que les permita asistir a las clases en un contexto que ya es bastante difícil”, afirma Edouard Ndeye, director de la región Sahel de la ONG, que asegura que “por eso lanzamos la alarma, para que se incremente la financiación de la ayuda humanitaria en esta parte del Sahel central”.
Estamos convencidos de que la educación en emergencias cura, protege y es un derecho. La educación no es solo necesaruaes, sino también que la educación es urgente. Por eso, ante cualquier emergencia y necesidad de ayuda humanitaria, ha de ser prioritaria. Al fin y al cabo, educar no es solo enseñar sumas, gramática o naturales en una pizarra rodeada de pupitres. Educar es mucho más.
“La educación es la mejor herramienta para acabar con las desigualdades sociales y que los niños y niñas tengan la oportunidad de salir del círculo de la pobreza. Desde Educo trabajamos para que tengan espacios seguros en los que puedan aprender, pero también jugar y relacionarse estando protegidos. Si conseguimos garantizar el derecho a la educación de la infancia, se podrán erradicar los problemas de base que tiene nuestra sociedad para que esta sea más justa y equitativa”, afirma Macarena Céspedes, nuestra directora de Incidencia e Investigación.
Desde 2001, desarrollamos proyectos en los países de la zona. Entre ellos, las cantinas escolares, en las que se asegura al menos una comida completa a los niños y niñas que asisten a la escuela. Esta actividad permite luchar contra la problemática de la inseguridad alimentaria, pero también es un mecanismo que favorece la asistencia a la escuela y dificulta el abandono escolar. Además, evita que el alumnado tenga que recorrer largos trayectos varias veces al día. Por eso, mediante nuestra campaña Crisis de Hambre en el Sahel , queremos visibilizar esta problemátia y recaudar fondos para poder ayudar a millones de niños, niñas y adolescentes afectados por esta crisis.
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